¿Qué head hunter no se ha encontrado alguna vez a un candidato pidiéndole un cambio de función, sector o ambas cosas al mismo tiempo? Probablemente ninguno. En múltiples ocasiones esto no es posible, y la mayoría de veces no tiene nada que ver con la capacidad que pueda tener cada persona para enfrentarse a un nuevo reto.
Cuando uno inicia su carrera laboral, no es consciente de que sus “primeros pinitos” pueden ser cruciales para su futuro profesional. Aquí, las más prestigiosas universidades se adelantan al resto, porque suelen tener una buena bolsa de trabajo, y eso permite a los estudiantes tener un mayor abanico de oportunidades laborales, tanto para realizar prácticas como para iniciar su carrera profesional de manera indefinida, por lo que es fácil que puedan encontrar un trabajo no muy apartado de lo que están buscando.
Una vez uno inicia su trayectoria profesional, ya sea como becario en prácticas, con contrato temporal o con un contrato indefinido, se podría decir que se ha elegido una autopista profesional a seguir. Se eligen estas autopistas para recorrer unos kilómetros, algunos seguirán hasta la tercera o cuarta salida, otros saldrán por la primera o, incluso, la podrían recorrer entera. En cualquier caso, la mayoría de las personas cree que simplemente con elegir una de estas salidas, enseguida podrá coger una nueva vía que le lleve hacia otra área, pero, lamentablemente, no es tan sencillo.
¿Cuántas personas conocemos que trabajan en lo que quieren? ¿Cuántas en algo que no les entusiasma? ¿Y cuántas en algo que no les gusta absolutamente nada? Probablemente todos conozcamos a alguien en cada una de estas situaciones. Desde luego, los más afortunados son aquellos que trabajan en lo que les llena y motiva. Son personas que suelen hacer mejor su trabajo, además de tener una mayor implicación y compromiso… lógico. Las personas que trabajan en algo que no les entusiasma probablemente harán correctamente su trabajo, serán capaces de tener éxito en su empresa e, incluso, podrán ser promocionados y evolucionar, pero en la mayoría de los casos no será como en el de los primeros. Por último tenemos a aquellas personas que trabajan en algo que les espanta, y que por este mismo motivo es muy complicado que tengan un gran compromiso, una implicación con la empresa y su trabajo, y seguramente no obtendrán éxitos como aquellos profesionales que están a gusto en la función que desempeñan, en un sector agradable para ellos.
Lo primero que le viene a uno a la cabeza es que todos deberían trabajar realizando aquellas funciones en las cuales se sienten competentes, en un sector que les resulte atractivo y en un entorno agradable. De esta manera probablemente todas las organizaciones irían mejor, ya que serían mucho más competitivas, la implicación de los empleados sería muy superior y la motivación de éstos se incrementaría claramente, por lo que las tareas y responsabilidades de cada uno de ellos se gestionarían de una forma muchísimo más eficiente.
Pero… ¿por qué tenemos estos casos?
Los tenemos y los seguiremos teniendo porque existen perfiles profesionales que han iniciado su trayectoria en lo que han podido, sin pensar en su trayectoria profesional, sino en el corto plazo, y esto les ha llevado en muchas ocasiones a trabajar realizando una labor nunca soñada. Por otro lado, hay perfiles profesionales que tienen estudios universitarios y que se han embarcado en trabajos ocasionales, aunque tenían claro hacia donde querían ir. Y, por último, tenemos a los más privilegiados, que han tenido la suerte –buscada o no– que su primer trabajo fue en un área funcional deseada y en uno de sus sectores preferidos.
Dejando a un lado a los privilegiados, cuando una persona lleva un tiempo trabajando, se está especializando en un área y en un sector sin saberlo y sin quererlo “conscientemente”. Hay ejemplos que explican esta realidad de manera fácil y sencilla.
Hace un año una chica de 25 años hizo las prácticas de su universidad en un departamento de compras de una compañía multinacional durante 6 meses. Tras finalizar el período de prácticas y estudiar su último año en la universidad, inició una búsqueda activa de trabajo. Ella quería trabajar en Marketing en una empresa de Gran Consumo –Alimentación-. No lo consiguió, ya que tanto las empresas finales como las consultorías de selección la posicionaban en el área de compras, un área que a ella no le motivaba en absoluto y que simplemente consideró como unas simples prácticas para aprender. Otra persona que inició su carrera en finanzas, para aprender y, en unos años, pasar a Marketing–Ventas, no le fue posible, ¡era un financiero! ¿Cómo se iba a contratar a un financiero para un departamento de Marketing?
Siempre hay oportunidades de cambio transversal, y estas oportunidades suelen darse en una misma empresa que analiza las personas, sus competencias y sus motivaciones; porque si es un perfil valorado y, por supuesto, existe la posibilidad de hacer un cambio, la empresa le ofrecerá ir hacia donde la persona desee. Eso provocará efectos positivos tanto para la empresa como para el trabajador, ya que se consigue un empleado agradecido, motivado, implicado con la compañía, y se consolida y retiene un perfil valorado que, probablemente, dará buenos resultados en su nueva función.
Lamentablemente, en múltiples ocasiones esto no suele ocurrir: Las empresas no tienen todas las vacantes deseadas. Si se busca un perfil ABC, no sirve un ABD. Quieren una fotocopia de la persona que ocupaba esa posición, quieren a alguien que aporte una experiencia en su mismo sector, realizando las mismas funciones, similares presupuestos, culturas idénticas o afines…
Cuando llega un candidato que ha estado los últimos 14 años como Director Territorial de Banca Corporativa, y quiere salir de ese sector e introducirse en el mundo farmacéutico, ni siquiera mirarán su Currículum. ¿Por qué? Porque no es la fotocopia que buscan, porque se cree que no va a poder aportar nada y porque se cree que la inversión en formación/coaching y seguimiento hasta que llegue a aprender lo suficiente no compensa con el riesgo al factor éxito/fracaso de su incorporación, por lo que alguien que haya realizado esas mismas funciones en un sector idéntico o similar es más seguro, aunque no infalible.
¿Y si unimos estas reflexiones con la situación económica que estamos sufriendo?
Pues bien, en estos días donde las empresas están cerrando sus puertas a las incorporaciones, es importante centrarse en aquellas acciones que cada persona realice. Las mayoría de empresas ha aplicado una política de ‘hiring freeze’ -congelación de contrataciones- por lo que no incorporan perfiles a sus entidades, ya sea por crecimiento, por sustitución o por cualquier otro motivo. Esto es debido principalmente a la incertidumbre que reina en la economía. En el otro lado de la moneda nos encontramos cada día a más profesionales que han perdido su trabajo, muchas veces por la coyuntura económica, y que inician una búsqueda activa de un nuevo reto laboral.
Es aquí cuando es importante darse cuenta de las posibilidades de cada uno, y hacerse estas preguntas:
- ¿Me gusta lo que he hecho hasta ahora?
- Si no me gusta y quiero cambiar, ¿a qué me quiero dedicar?
- ¿Con quién voy a competir para conseguir lo que quiero y cuan competitivo soy?
Es decir, analizar que es lo que se puede aportar de valor añadido a un puesto vacante versus el resto de candidatos. Es casi imposible saber qué es lo que uno tiene que no tenga nadie más, porque no se suelen conocer a los demás candidatos en un proceso de selección. Pero una cosa es cierta, no es el mejor momento para intentar cambiar de sector/función en esta época, ya que son momentos complejos, con mucha competencia y con grandes especialistas en áreas muy valoradas y que están en paro, por lo que es un momento apropiado para analizar qué puntos fuertes tiene cada uno para dirigirse a aquellas ofertas con un mayor porcentaje de posibilidades de encajar por encima de otros candidatos.
Hay empresas que proporcionan a los empleados una carrera no sólo vertical, sino transversal, por lo que obtienen una visión corporativa amplia y completa, permitiendo a estos trabajadores en el futuro elegir “libremente” su trayectoria en un ámbito u otro. Lamentablemente, no es lo habitual.
En función de la situación de cada persona y etapa en la que se encuentre, se podrían hacer las siguientes recomendaciones:
- Si está en la Universidad y está a punto de iniciar su trayectoria profesional, hay que pensar muy bien antes de aceptar una oferta si es el trabajo que desea para el día de mañana. Cambiar no resulta nada fácil.
- Si está trabajando en una compañía con recursos y departamento de RRHHH desarrollado, probablemente le resultará más sencillo pedir internamente un cambio interdepartamental. Aunque hay que ser consciente de que no siempre es posible.
- Si desea cambiar de función y en su empresa no es posible, intentar introducirse en una compañía en la que sí lo sea es lo ideal. De esta manera puede pasar de Controller en la Compañía A a Controller de la Compañía B, y, transcurrido un tiempo, podría surgir la oportunidad de ser Product Manager Jr. de la Compañía B, por lo que se podría hacer realidad el cambio.
El enchufe, la gran oportunidad
Por supuesto, la gran oportunidad de cambiar tanto de sector como de función es cuando uno tiene “enchufe”, alguien que le va a recomendar, que responde por él. Esto es lo mejor que uno puede tener, ya que partiendo de la base de que ninguna empresa quiere perder dinero y/o contratar a alguien que no sea productivo y/o rentable, el enchufe -en la mayoría de ocasiones- sólo sirve para ser presentado a una persona clave dentro de la compañía. Esta acción ayuda a que las personas vean y conozcan a los candidatos antes de juzgar la experiencia en un área u otra. Es entonces cuando muchos responsables deciden contratar a una persona para hacer algo que nunca había hecho, ya que ahora no le dan tanta importancia a ese aspecto, han conocido a la persona, esta encaja y posee aquellas competencias que son importantes para realizar bien las funciones.
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