¿Cuáles son las circunstancias y el entorno más adecuado –que no único- para que surja una figura que puede llegar a ser un líder? Esto es lo que intentaremos analizar.
No vamos a tratar de explicar en que consiste el liderazgo, ni a responder las tradicionales preguntas sobre los líderes, tales como si el líder nace o se hace, si se puede aprender a ser líder, si es sólo para la alta dirección, si todos los líderes son carismáticos…
Sólo pretendemos llegar a construir en nuestra mente, a través de la imaginación, las circunstancias que consideramos más adecuadas para la llegada de un líder. Realizándolo en un entorno general, para que cada uno al final de la lectura pueda sacar sus propias conclusiones y extrapolarlo hacia los ámbitos que considere de mayor utilidad.
Comenzaremos con dos temas que se suelen dejar un poco olvidados: En primer lugar los seguidores, y a continuación el cambiante entorno o la situación económica-social de una determinada época. Sobre ellos centraremos nuestros argumentos.
El entorno y los seguidores
¿Cuál es la condición necesaria pero no suficiente que necesita cumplir todo líder? Evidentemente, la de tener seguidores. ¿Cómo deben ser estos seguidores? Debieran ser personas que tengan una necesidad apremiante de confiar en alguien que les saque adelante. Es decir, que seleccionamos un entorno de una cierta dificultad, ya que una mayor necesidad implica un mayor deseo para que llegue alguien que les libre de sus penurias. Si a estas circunstancias se suman otras –no necesarias, sólo complementarias- tales como las de encontrar un enemigo común, a poder ser considerado como implacable, junto con la de haber sufrido situaciones consideradas vejatorias, entonces, ya se encontrará el terreno debidamente abonado.
El líder
El potencial líder puede suceder que ya haya descollado anteriormente en alguna actividad, que sea un personaje de gran relevancia o, simplemente, alguien que ni siquiera sea conocido. Además, puede aparecer en nuestra escena de diferentes formas: Por pertenecer a un grupo que previamente le ha encumbrado de forma interesada, y que ahora busca un mayor grado de influencia; por ir destacando de una forma natural en actos públicos relacionados con la situación de crisis; por imponer o aprovecharse de una posición dominante o de fuerza.
Este potencial líder necesita que surjan con energía esos seguidores con necesidades comunes, demandando su llegada y ayuda con toda la fuerza posible. Si se produce este caso, éste ya casi líder lo único que precisa es ganar credibilidad –que confíen en él-, además de unas características que le ayuden a llegar a las personas necesitadas: Que sea un buen orador, que hable de los problemas de sus seguidores, que les una contra un enemigo -imaginario o real- común, que excite sus perspectivas de solución para el futuro y que sea visto como su gran salvador.
Ya lo tiene todo a su favor; si además dispone de un equipo competente que se encarga de todos aquellos detalles como proyectar una imagen adecuada, preparar sus apariciones públicas, realzar las opiniones positivas, excitar la imaginación y las emociones de sus seguidores… entonces, ya tendrá prácticamente todo su camino hecho.
La llegada del líder
Bajo estas circunstancias, su llegada será muy posiblemente en “olor de multitudes”, todos le estaban esperando, ahora le toca a él/ella corresponder a la confianza que han depositado sobre su persona. Las primeras decisiones son determinantes, y pueden suponer que su grado de influencia “se desinfle tan rápido como un globo”. Tiene que mantener el grado de seguridad y determinación de sus comienzos, debe comprender que su figura sólo tiene sentido en función de la confianza de sus seguidores. Unos lo asumirán, porque son verdaderos líderes, otros manipularan ese grado de confianza, otros engañarán descaradamente y sólo unos pocos acabaran finalmente quitándose la máscara, mostrando que su llegada sólo ha supuesto un paso más para sus ocultos y perversos objetivos: Perpetuarse en el poder.
Quitarse la máscara: La conversión en tirano
Son tantas las circunstancias que pueden influir en la radical y nefasta transformación de un aparente líder que únicamente vamos a centrarnos en las que consideramos más habituales. Puede ser que desde el comienzo formara parte de los planes de esa persona; también puede ocurrir que no haya asumido su pérdida de influencia y credibilidad, achacándolo todo a enemigos reales o imaginarios; por último, puede ser que el poder le haya corrompido en lo más profundo de su ser, no estando dispuesto a perder las actuales prebendas. En cualquier caso, o bien transforman las actuales condiciones para evitar la llegada de un nuevo líder -enmascarándolo bajo un marco legal- o sencillamente las eliminan sin preocuparles lo más mínimo las posibles reacciones. Se trata de tomar el mando y control absoluto, lo demás es secundario.
En el ámbito empresarial
Ahora vamos a trasladar estas circunstancias imaginarias que hemos analizado al mundo empresarial. Analicemos el caso de una empresa dentro de un entorno de crisis, tanto interna como externa. En nuestro supuesto no es sólo complicada la situación económica del país, sino que, además, esta empresa se ve afectada por diferentes factores complementarios de mayor gravedad.
A las situaciones de retrasos en los pagos, expedientes de regulación de empleo, desconfianza, miedo, mala gestión, desinformación… sumemos unos incompetentes dirigentes enfrentados por el poder, que se han comportan con soberbia en sus acciones y que no aportan soluciones. Ya tenemos unas circunstancias totalmente favorables para el cambio; necesitan la llegada de alguien –un líder salvador- que solucione sus problemas, y de esta forma reemplazar a sus actuales “enemigos” a los que responsabilizan de su dramática situación. Este potencial líder puede estar ya formando parte de la plantilla de la empresa, ser alguien conocido en el mundo de la gestión empresarial o ser un perfecto desconocido. Lo importante es que a su llegada se preocupe por resolver con honestidad y prontitud las necesidades más acuciantes de las personas de la empresa.
Es seguro que tendrá que superar cientos de dificultades, pero deberá ser conocedor que, en cualquier circunstancia, tendrá que mostrar siempre la imagen de saber cómo superarlas. La generosidad inicial hacia su persona es fácilmente cambiable, las personas somos muy volubles cuando los líderes no responden a nuestras expectativas y a la confianza que hemos depositado en ellos. Esas iniciales muestras de entusiasmo hacia su llegada y persona se pueden transformar en muestras de repulsa y desprecio si consideran que les ha fallado o engañado.
Las circunstancias relacionadas con los líderes y el liderazgo son siempre cambiantes: Dependen del entorno, sus seguidores pueden no ser los mismos, el factor tiempo acaba enfriando los ánimos, incluso el líder –a veces- cambia como persona. Por desgracia, también puede suceder que el poder otorgado acabe corrompiéndole, y aquella persona tan querida y respetada por toda la empresa se convierta con el tiempo en aquello que menos soportan, un tirano.
Al fin y al cabo no deja de ser otro caso imaginario en el que la clave es conocer bajo qué circunstancias aparece nuestro “líder”, y ser capaz de responder a la cuestión sobre si viene a servirse o a servir.
Que sea el propio lector el que obtenga sus propias conclusiones y aplicaciones.
3 comentarios en «Líderes y tiranos»
Bueno, recogiendo la invitación a reflexionar que oportunamente nos hace el autor, quizá, en vez de dividir al personal en líder, lidercitos, lidercititos, seguidores, seguidorcitos y seguidorcititos, podemos distinguir entre profesionales de la gestión y profesionales técnicos en los diferentes campos, de modo que, en buena medida, cada uno protagonice su trabajo tras las metas comunes. No sé si se necesitan modelos de liderazgo y seguidismo, o mayor profesionalidad de todos tras los objetivos empresariales.
Amigo Pepe: Me parece que no te han enterado del mensaje del autor. Te guste o no te guste, en la vida hay gente que tiene dotes de mando (liderazgo) y gente que no la tiene (ni las tendrá, es decir, tus «seguidorcitos). No se trata de «profesionales de la gestión» (que los hay muy malos, por muchos títulos de masters nacionales o extranjeros que tengan) o de «profesionales técnicos» (iden de idem). No siempre cada persona sabe «protagonizar su trabajo tras las metas comunes». Quien no reconoce que existen «líderes» en todas las facetas de la vida, asume su papel de que él jamás será un líder; será, como tu dices, un «seguidorcitito» ¿Qué te consideras tu?
Yo me sumo, querido Gregorio, al autoliderazgo que nos proponía Stephen Covey al hablar de la efectividad personal. También, si acaso, al Servant Leadership que nos proponía Greenleaf, y asimismo al superleadership, de Manz y Sims. Pero no trataba de abundar en el mensaje del autor, sino en recoger su invitación a la reflexión.
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