Todos leemos y oímos noticias cada día acerca de la situación económica, los despidos, la falta de crédito a las familias, las cargas de la hipoteca…, y cómo todo esto está afectando a nuestra economía; pero, ¿cómo influyen estas situaciones en nuestra salud emocional y en nuestras relaciones personales?.
En general todos creemos tener buena salud, pero no nos damos cuenta del riesgo que estamos corriendo, a nivel físico y psicológico, cuando nuestra economía familiar se tambalea.
En los países en los que todos estos impactos son medidos de forma inmediata, como es el caso de Gran Bretaña, ya se sabe, por ejemplo, que, según las encuestas de final de 2008 de la “Blood Pressure Association”, cerca de dos tercios de los encuestados se sienten más estresados, menos saludables y más propensos a las enfermedades que hace tres años. Un 56% está comprando comida más barata y un 21% ha recortado los gastos en gimnasios y actividades similares.
En España, según la encuesta de confianza del mercado laboral de Adecco, el 28% de los encuestados piensa que pueden perder su trabajo este año, el 33% tiene algún miembro de la familia en paro y el 79% está recortando sus gastos personales para ayudar a la economía doméstica.
Con unas tasas de desempleo que están superando el record histórico de los años 80, el miedo a perder el trabajo está empezando a pasar el peaje. Tanto en Inglaterra como en España, las llamadas de empleados a los centros telefónicos de atención al empleado se centran cada vez más en las preocupaciones y el estrés derivados de la situación de incertidumbre, tanto a nivel personal como familiar.
En este sentido, las empresas que cuentan con Programas de Apoyo al Empleado promueven que los trabajadores planteen sus preocupaciones personales y familiares a profesionales. No solamente llegan casos de empleados de menor rango dentro de la empresa, también las especiales circunstancias actuales llevan a responsables de departamento, algunos de ellos por su edad con poca experiencia en crisis pasadas, a no saber cómo actuar ante algunas situaciones hasta ahora desconocidas para ellos.
En general, en las empresas que están sufriendo reestructuraciones internas, los traumas no sólo los sufren los empleados que tienen que marcharse, sino que los que permanecen también son víctimas del estrés por diversos motivos: Incertidumbre acerca de si “seré yo el siguiente”, pérdida del compañero con el que llevo años trabajando, asunción de las funciones del compañero ausente -naturalmente sin mayor compensación-, miedo ante un posible cambio de jefe, posibilidad de un cambio de funciones o de traslado a otro departamento, rumores de desplazamiento a otro centro de trabajo, etc.
Pero la angustia no se circunscribe al ámbito del trabajo. Recientes encuestas oficiales en España nos muestran cómo, en un año, el paro de al menos uno de los miembros de la unidad familiar ha afectado a casi tres millones de familias. Por tanto, en muchos casos, a la incertidumbre de la situación laboral propia se une el problema en casa.
En estas circunstancias no es extraño que surjan disputas familiares derivadas de la caída de los ingresos, la decepción laboral del cónyuge, el enfoque de la nueva situación, la discrepancia ante la forma de ajustar los gastos, etc. En estas situaciones, las líneas de apoyo personal proporcionan asistencia a la pareja, escuchan y analizan sus posibilidades y tratan de recomponer la armonía para, al menos, plantear una estrategia conjunta. Si bien el problema original procede del ámbito externo, frecuentemente la actitud y la falta de comunicación entre ambos agrava la situación, salvo que se haga un frente común y se acuerde cómo utilizar mejor los recursos de los que se dispone.
De esto último se están ocupando psicólogos y expertos en finanzas familiares, ya que no solamente se trata de acomodarse a las nuevas circunstancias económicas, sino a superar la incertidumbre, recuperar la confianza en uno mismo y, en otros casos, saber apoyar a la persona que tenemos en casa con sensación de fracaso.
No cabe duda de que estas circunstancias constituyen una dura prueba para la estabilidad familiar, pero también pueden aportar una oportunidad para reestablecer el contacto personal-familiar perdido por diversas causas. El hecho de tener como objetivo común la búsqueda de un nuevo trabajo para la pareja, el disponer de más tiempo para el ocio común, encontrar nuevas actividades que no impliquen necesariamente gastar, planificar conjuntamente los gastos de manera distinta, etc, pueden llegar a constituir una forma de reencontrarse.
Ante todo, lo que recomendamos a los empleados que cuenten con estas líneas de apoyo puestas a disposición por su empresa es su utilización para consultar este tipo de problemas familiares. Cada caso es diferente, pero, ayudados por profesionales, pueden encontrar formas de adaptarse a las situaciones adversas y capear el temporal de la mejor forma posible, tratando de encontrar un enfoque adecuado de las nuevas circunstancias y así poder tomar medidas y reforzar la confianza personal ante la adversidad del momento.
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