Entre columpios

Con el sprint de comienzos de un nuevo año, las empresas repasan y reestructuran sus programas de formación. Son meses cruciales para tomar las decisiones que posteriormente, a lo largo del año, se demostrarán acertadas o no dependiendo de los resultados obtenidos. No es sencillo. ¿Cuál será la elección correcta respecto a temas como el liderazgo, la gestión de intangibles o la formación y evaluación del inglés? Y mientras lo pensamos, el reloj sigue corriendo. ¿Conservamos los mismos sistemas de formación y evaluación de inglés que tenemos o nos arriesgamos al cambio y a la posible mejora?

Nos encontramos en un momento de auge del inglés. Las instituciones, las empresas, incluso la propia sociedad, despiertan de su letargo idiomático y, ahora sí, inciden en la necesidad real del inglés. Proliferan los colegios bilingües, las academias de conversación e intercambio, los programas internacionales de cooperación y la expansión comercial en otros países.

Saber inglés para salir del paso, no es suficiente. La empresa o el directivo que aún hoy pueda dudar de ello no tiene más que darse una vuelta por algún parque infantil. Cuando ves a los niños jugando entre ellos, metidos en su mundo, fuera de los ojos de profesores y padres, mientras intercalan expresiones en inglés en sus conversaciones. En sus mentes se forma una conexión libre de los dos idiomas.

Castillos de arena

Cuando la empresa o el profesional se enfrentan a la necesidad de evaluar y mejorar su nivel de inglés, comienzan a surgir las barreras. Tenemos la idea heredada de que hay que aclarar todos los detalles, cerrar hasta la última posibilidad antes de dar un paso. Pasamos más horas pensando en lo que ocurrirá si no es el castillo ideal, que echando mano al cubo y acumulando la arena.

La planificación es la mejor estrategia para alcanzar los objetivos propuestos. Sin embargo, hace falta un poco de riesgo, de iniciativa y velocidad para llevar a cabo un cambio. La construcción de una nueva realidad del inglés en la empresa exige un marco de pensamiento más creativo y revolucionario. Un cambio en la perspectiva y el ángulo de visión de la formación de idiomas y del papel que juega el inglés para dar mayor efectividad a la labor diaria del profesional.
 
El inglés afecta directamente en la cuenta de resultados de la empresa y en la gestión de la labor que el profesional desarrolla a diario. Cada puesto requiere un nivel de inglés diferente, y, por tanto, una valoración independiente para las cuatro habilidades básicas del inglés:

• Comprensión hablada
  
• Comprensión escrita
  
• Expresión hablada
  
• Expresión escrita

Dependiendo de cuales sean las necesidades de inglés que requiere un puesto, al ser evaluado el directivo podrá conocer cuáles serán sus puntos fuertes y áreas de mejora.

Para potenciar su competitividad y crear su futuro, la empresa precisa herramientas más especializadas para darle forma que la gruesa pala de los sistemas tradicionales. Una herramienta moderna y vanguardista, más flexible y adaptable nos da la libertad de ofrecer a cada puesto en la empresa sólo y exclusivamente aquella formación que puede potenciarle en su labor.

El tobogán On-Line

En un entorno en el que todo se mueve a tanta velocidad, en el que se mezclan actividades y personas tan diversas, distintas culturas y deseos, el inglés se vuelve imprescindible para los negocios. El profesional moderno dispone de poco tiempo para dedicarlo a trasladarse hasta una academia, y aún menos para iniciar cada año un curso de inglés en el que se repite siempre lo mismo. Para sacarle rendimiento a su tiempo necesita una herramienta adaptada a su trabajo, a su tiempo y sus verdaderas necesidades.

El sistema de evaluación del nivel de inglés On-Line le da al profesional la libertad de elegir el momento en el que desea evaluarse, le permite acceder desde cualquier terminal y lugar del mundo, y le proporciona objetividad en los resultados. Esta herramienta de evaluación se adapta y personaliza continuamente, de forma que el profesional no repite nunca la misma prueba, y le ofrece en cada evaluación un nuevo reto ajustado a su perfil y su nivel de conocimientos.

Frente a los sistemas tradicionales de evaluación y formación, la tecnología virtual sería como lanzarse por un tobogán, seguro, fiable, continuamente supervisado y que le lleva hacia sus objetivos a mayor velocidad. Puede que nos gusten otros elementos del parque, pero, sin lugar a dudas, una vez que te lanzas por el tobogán, todo lo demás queda en segundo plano.

¡Me pido primero!