31 de octubre de 2024
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Objetivos Estratégicos: ¡Toma la colina!

Objetivos Estratégicos: ¡Toma la colina!

El mundo de la empresa presenta una gran complejidad por la cantidad de parámetros incontrolables que intervienen en la misma. No hay nada totalmente predecible. Se trabaja intentando cumplir unos objetivos dentro del ambiente más seguro y adecuado posible, para poder obtener los esperados beneficios y realizar las correspondientes mejoras que nos permitan competir en el futuro con una cierta ventaja.

Existen no pocas empresas que a lo largo de los años han realizado la labor de consolidarse en el mercado debido a una gran efectividad en su gestión. Principalmente, por las medidas innovadoras y de mejora permanente aplicadas en todos sus departamentos, las cuales, han proporcionado la tan necesaria estabilidad de funcionamiento y organización interna.

En este tipo de empresas suele ocurrir lo siguiente: La dirección de recursos humanos ha mejorado e incluso innovado, entre otras cosas, en todos los procesos de evaluación,  selección y formación del personal; la dirección de marketing se ha ido adaptando a todos los rápidos cambios que demanda la sociedad actual y propone nuevas posibilidades para obtener ganancias; la de ventas ha ido cumpliendo sus objetivos cada año, preparándose para un nuevo cliente mucho más exigente y con las ideas más claras… La empresa “fluye”, esto es, cada uno sabe lo que tiene que hacer y los objetivos a cumplir, encargándose la alta dirección de impregnar todos los estamentos con su adecuado y motivador liderazgo. En principio, es la situación ideal que todos aspiran alcanzar, con la excepción hecha de algún que otro problema a solventar que, generalmente, tiene más que ver con las situaciones del entorno que con la propia organización interna.

Pero hay algo con lo que no habían contado: Versados analistas se han percatado de que el sector al que pertenece la empresa se encuentra ya maduro, avanzando con rapidez a pertenecer al grupo de los sectores en declive. Más tarde, con el transcurrir de los años, se empieza a detectar  en la empresa que algo no marcha. Los objetivos han perdido una de sus principales características -la objetividad- siendo ahora prácticamente imposibles de alcanzar; además, la rotación en ventas comienza a ser alarmante, primer aviso. Muy pocos se percatan de lo que realmente ocurre; otros, la mayoría, lo achacan a una falta de profesionalidad de los actuales directivos y a un acomodamiento de los trabajadores en general.

Todos saben que desde hace un tiempo se les exigen unos resultados que no podrán conseguir; sin embargo, nadie dice nada y asumen que son los  únicos responsables, convenciéndose incluso ellos mismos de que lo están haciendo verdaderamente mal.

Aquella maravillosa empresa de hace unos pocos años se convierte en un lugar agobiante por conseguir verdaderos objetivos utópicos. Los más avezados saben lo que viene; puede tardar unos dos o tres años más, pero, al final, después de una de las reuniones de la presidencia con la alta dirección, se recibe el equivalente a la siguiente orden: “Toma la colina”.
 
En el argot militar, “tomar la colina” es una de las acciones más arriesgadas que pueden emprenderse; se suelen encomendar a oficiales con un gran carisma, capaces de llevar a sus tropas a cumplir objetivos aparentemente imposibles de conseguir. No son órdenes que se den “con alegría”, al libre albedrío del oficial superior; están muy meditadas, e, incluso, los propios soldados comprenden la importancia de tomar ciertos objetivos en beneficio del bien general. Generalmente implican la victoria final, por su alto valor táctico y sobre todo estratégico.
 
En el mundo de la empresa se puede comparar con tomar un segmento con un alto valor estratégico, en el que los competidores tienen desarrolladas unas consolidadas ventajas competitivas. Lo cierto es que, cuando se están preparando para intentar entrar y competir en esos segmentos, desde la distancia les parece como una gran colina muy bien defendida por un adversario dispuesto a proteger su prominente posición. Hasta aquí todo es correcto, se trata de acometer una misión difícil pero importante para la empresa; el problema se presenta cuando se trata de objetivos inalcanzables y que tienen poco que ver con el interés general de la empresa.

En 1957 Stanley Kubrick dirigió una obra maestra, Senderos de Gloria,  ambientada en el contexto de la Primera Guerra Mundial. Fue muy controvertida; en algunos países tardó cerca de veinte años en estrenarse. El argumento principal consiste en el ataque que debe efectuar una unidad francesa a la llamada Colina de las Hormigas por orden de dos altos mandos, uno de ellos en busca de un inmerecido ascenso. Ambos saben que se trata de una misión que no tiene la más mínima posibilidad de éxito, siendo el veterano y experimentado oficial encargado de ejecutarla el único que intenta rebelarse contra la misma, pero que al final se ve forzado a cumplirla. El resultado es el esperado.

En casos semejantes a este, como podría ser la cercana venta de la empresa, se llegan a exigir incrementos de hasta el 15% en objetivos, en situaciones en las que apenas se pueden cumplir los del año en curso. Veamos una hipotética reunión de un Presidente de una empresa con el/los máximo/s accionista/s:

Nuestros asesores creen que es posible un incremento en el beneficio final de un 15%, así que este es el objetivo que esperamos que obtenga usted.

– Me parece muy bien lo que opinen sus “expertos” asesores, pero el hecho de que hayan hecho esa, digamos, predicción, no implica ni la más remota garantía de cumplimiento.

Pues tal vez haya llegado el momento de poner a otra persona en su lugar que sí lo garantice. Continúe con su trabajo y cumpla estos objetivos, al menos mientras siga siendo su trabajo.

Sorprendente, ¿verdad? Pero al fin y al cabo sólo se trata de una mera hipótesis. ¡Cuantas buenas empresas, bien gestionadas por eficaces directivos, con un alto nivel profesional y compromiso de todos los empleados, se han quedado en el camino por estos mal llamados Objetivos Estratégicos!

Los verdaderos Objetivos Estratégicos implican un cierto riesgo -y la búsqueda de un resultado alcanzable-, y deben ser fieles a la Estrategia General de la empresa, no sólo en los aspectos relacionados con la Misión y Visión, sino con algo que generalmente se olvida: los Valores.

Al final, para solucionarlo, se acabará recurriendo a lo mismo que debe aplicarse en todas las actividades; la palabra clave se llama “coherencia”. Esperemos que no lleguen nunca más las tan temidas, absurdas e incoherentes órdenes de unos mal llamados Objetivos Estratégicos basados sólo en el beneficio de unos pocos. Esperando que se sustituyan por otras que signifiquen decisiones puntuales que se consideran arriesgadas pero decisivas y de largo alcance. Señal de que la empresa está “viva”, confía en su personal y es ambiciosa en la consecución de unos objetivos que garanticen su futuro.

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2 comentarios en «Objetivos Estratégicos: ¡Toma la colina!»

  1. Sí, las empresas deberían evitar ese momento, el de verse descolgados de la prosperidad, quizá porque los competidores se pusieron a innovar para construir el futuro mientras nosotros nos sentíamos bien, y aun incurríamos en la complacencia. Llegado el caso, aplicar el «management by pressure» no es sino una muestra más de la falta de visión de los tal vez mal llamados líderes (primeros ejecutivos). Gracias, Benito, por la reflexión.

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