¿Pueden las empresas enseñar algo a los deportistas profesionales?

Que el deporte español está de moda, nadie lo duda. Y esta moda es y ha sido aprovechada por el mundo de la empresa, de los recursos humanos y de la formación para organizar charlas, seminarios y todo tipo de eventos en los que contarnos cómo trasladar los éxitos deportivos al ámbito de la empresa.

Aunque esa moda del deporte en el entorno corporativo es relativamente reciente, creo que desde el triunfo de la selección nacional de baloncesto en el último mundial, España ha tenido anteriormente, tanto a nivel de selección como de clubes, otros triunfos deportivos –escasos pero meritorios- que nunca merecieron la atención del mundo empresarial; por poner algún ejemplo: la plata de baloncesto en los JJ.OO. de Los Ángeles 1984, la plata del europeo de Nantes en 1983, también de baloncesto, ante Italia, el cuarto puesto del mundial de Cali, también de Baloncesto, de 1982, la plata en el europeo de fútbol de Francia de 1984 ante la anfitriona…

Tampoco se deben olvidar otros éxitos de España en otros deportes –waterpolo, balonmano, balonvolea, tenis…-, durante años, que tampoco merecieron la atención del entorno corporativo para ejemplarizar a sus directivos, trabajadores, vendedores, etc. y mejorar la productividad, el trabajo en equipo o el liderazgo de los mismos. Eran otros tiempos.

Recientemente he recibido información sobre diversos actos en los que se volvían a unir, una vez más, empresa y deporte profesional para, imagino, analizar experiencias deportivas y hablar de lo positivo de su aplicación en las organizaciones.

Si este tipo de actos los entendemos como eventos de marketing relacional y potenciales fuente de ingresos, todo perfecto. Si realmente se desea obtener un aprendizaje práctico sobre la adaptación de comportamientos deportivos al entorno de trabajo, y conseguir con ello una mejora de nuestros resultados, de nuestras relaciones profesionales, de nuestra empresa en general, no creo en ellos.

Es más, sólo vería su utilidad si, en vez de intentar trasladar el mundo del deporte a la empresa, trasladaran a esos deportistas profesionales –principalmente a los de fútbol, el deporte rey- los mejores hábitos empresariales y laborales para que mejoraran como ‘trabajadores’ y como personas. Pero de eso no hay, al menos que yo sepa.

Bastan unos ejemplos para darse cuenta de quién debe enseñar a quién:

• Un trabajador ‘normal’ no necesita tener a 40.000 individuos detrás gritando y jaleándole para hacer bien su trabajo, ni se queja por no tenerlo. Con que le motive otro empleado, normalmente su jefe, suele tener suficiente.
• Un trabajador ‘normal’ no convoca una rueda de prensa cuando tiene un problema en su puesto de trabajo y pone ‘a parir’ a su jefe o a sus compañeros públicamente cuando las cosas le van mal, ni convoca a los medios para anunciar públicamente que quiere cambiar de empresa.
• Un trabajador ‘normal’ no sale en los medios aconsejando a sus jefes la estrategia a seguir o aconsejando contratar a este o aquel trabajador de la competencia.
• Un trabajador ‘normal’, por regla general, no escupe, insulta o sacude un guantazo a su competencia en el terreno de juego -la calle-. Mucho menos a miembros de su propio equipo.
• Un trabajador ‘normal’ no tiene detrás a un individuo llamado ‘representante’ que cobra una importante comisión cuando su representado cambia de compañía. Aunque lo parezca, no se trata de un headhunter.
• Un trabajador ‘normal’ no cobrará nunca importantes incentivos por hacer bien su trabajo, o por hacerlo simplemente. Eso sí, de humanos es aceptar esos incentivos si un directivo despiadado confía en esta solución para aumentar la productividad de la plantilla.
• Un trabajador ‘normal’ no necesita que le pongan hora de llegada a casa.
• Un trabajador ‘normal’ en su sano juicio nunca utilizará la falta de cariño para justificar su bajo rendimiento.

Por ello, y por muchas otras cosas que no viene al caso traer aquí, planteo: ¿Quién tiene que enseñar a quién, el deporte a la empresa o la empresa al deporte?

Yo lo tengo muy claro. Y otra cosa será lo que podamos aprender de las sociedades u organizaciones que soportan a esos clubes deportivos, que no dejan de ser, en definitiva, empresas como cualesquiera otras.