Es bastante improbable que se te ocurra llevar un caballo a tu oficina, pero, en el caso de que lo hicieras, nos podemos imaginar el revuelo que se organizaría. Un revuelo positivo, sin duda, porque los caballos son animales llamativos, admirados y queridos. Enormes, respetados y muy nobles, “huelen” sentimientos y reaccionan ante la manera en que uno se acerca a ellos.
¿Qué caballo no da un respingo cuando alguien se le acerca de forma brusca y dominante?, ¿qué caballo no baja la cabeza y se deja acariciar cuando se le acercan con confianza y cariño?
Los caballos no mienten, no reflexionan, no manipulan, no tienen un ego, no esconden sentimientos, no conocen el bien y el mal, no juzgan, pero sí reaccionan de inmediato sobre lo que perciben, y reflejan de una forma directa lo que sienten. Un caballo te puede enseñar cosas de ti mismo en 10 minutos que no llegarías a saber ni en 10 sesiones con tu coach habitual.
En palabras del Director de Leroy Merlin en Cataluña, “Esta experiencia te permite vivir situaciones con los caballos que después se pueden transferir a la realidad cotidiana de la empresa…, es una vivencia muy valiosa para mejorar nuestras habilidades de management y liderazgo”.
Para Maribel Alvarez, Directora de Desarrollo de RRHH de Caixa Penedès, “Creo que es una opción exepcional de tener un feedback directo sobre aspectos de comunicación y liderazgo”.
Según Joan Galobart, Director de Proyectos en Akzo Nobel, “¡Es una experiencia bonita y única! Me ha sido muy eficaz para detectar, hacerme ver, los temas personales, a trabajar para mejorar como persona y líder de mi equipo. Una experiencia recomendable para la cohesión de equipos de trabajo”.
Si también quieres experimentar una nueva forma de conocerte a ti mismo y a tu equipo te animamos a que te acerques a la finca que el gran rejoneador Manuel Vidrié tiene en Mondéjar, un pueblecito a un paso de Madrid los próximos días 20 o 21 de noviembre,
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1 comentario en «¿Un caballo en la oficina?»
No estoy muy de acuerdo, más que aconsejar me intenta vender
Y ya van dos
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