A Bergen los turistas llegan al olor del salmón ahumado. Entre otras cosas. Todos saben bien que lo primero que tienen que localizar en el plano al llegar a la ciudad es el puerto. Allí se encontrará la imagen de las postales más típicas de Bergen, la de las casitas de colores donde hay que hacerse la foto de rigor, y el Mercado del Pescado, el lugar que promete darte de comer el mejor salmón noruego, gambas y carne de ballena a un precio razonable. De paso, entre el pescado, al turista le espera otra sorpresa curiosa.
Aprieta la gusa y uno se pierde entre los puestos del turístico mercado. Lomos de salmón brillantes, bocadillos bien despachados de gambas, enormes langostas, arenques, bacalao… De repente, mientras te relames mirando el género, te parece escuchar en perfecto castellano un "¿quieres probarlo?". Es exactamente la frase que deseas escuchar en ese momento, de manera que la respuesta es automática: "pues, mira, sí". Sólo después de asentir reparas en lo del idioma. Levantas la cara salivosa y te encuentras a un joven que te apunta con un cuchillo que lleva un trozo de salmón en la punta. El muchacho es madrileño, del barrio de Ventas para más señas y no es el único español que aborda a los turistas desde su delantal de pescadero.
Luego te coscas de que en el cartel que cuelga sobre tu cabeza pone "Salmón de Jabugo" y en el de más allá, "Salmón de pata negra". Y de que detrás del mostrador, junto al madrileño, hay otro veinteañero armado con el cuchillo y el salmón que aborda a otros turistas, esta vez en italiano. Al lado, un alemán. Resulta que el mercado es un nido de estudiantes de todas las nacionalidades. Una ONU pescadera de postadolescentes.
La mayoría de ellos ha llegado a Bergen con una beca Erasmus. Se han pasado el curso estudiando, conociendo gente y soportando los rigores del invierno noruego. En estos meses han aprendido a apañárselas para llegar a fin de mes en uno de los países más caros del mundo y han decidido que antes de volver a España van a sacarle partido a la riqueza del país nórdico, donde los sueldos están a la altura de los precios.
"Si comparas los sueldos con los de España, flipas. Aquí casi con cualquier empleo te levantas los 3.000 euros al mes", cuenta Ana, que se quedará en Bergen hasta septiembre, hará caja y volverá a casa con un dinerillo que le ayudará a irse a vivir por su cuenta. No es fácil encontrar trabajo si no sabes noruego (los estudiantes suelen cursar sus asignaturas en inglés), salvo en el Mercado del Pescado. Los dueños de los puestos están encantados con esta mano de obra políglota porque les permite colgar carteles del tipo "Hablamos noruego, inglés, alemán, español, italiano, francés, ruso, catalán…".
La tarea es una pesca de turistas con el cebo del idioma. Y pican, claro que pican (picamos). Antes de que te des cuenta has dicho que sí a un plato con de todo un poco: salmón ahumado, marinado, gambas y carne de ballena por 150 coronas (unos 19 euros). "Te compras ahí enfrente una cervecita, rebuscas un tenedor por tu mochila y te sientas al solito. Ya verás qué bien", remata la faena el pescadero erasmus.
Trabajan de ocho de la mañana a cinco de la tarde, en una época en la que en la ciudad se pone el sol a las once de la noche. De manera que después de recoger el puesto les queda una larga tarde para disfrutar del buen tiempo, preparar fiestas de estudiantes y ligar.
"Acabaremos de salmón hasta la coronilla, pero lo pasamos estupendamente, la verdad… Bueno, pero vamos a lo que vamos. ¿Qué te pongo? Los arenques ahumados están muy baratos, a 14 coronas. Y te tienes que llevar salmón, mujer… Si quieres te lo puedo envasar al vacío. Te aguanta hasta que vuelvas a España". No hay quien se escape.
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