Trabajamos con y para las personas, y nuestra vida es una. ¿Por qué entonces la dicotomía entre vida personal y profesional? ¿Es que cuando trabajamos dejamos de ser personas?
Mi respuesta a esta pregunta es clara: ¡NO!
Somos personas las veinticuatro horas del día, de lunes a domingo. Aunque lo cierto es que, cuando hablamos de conciliar vida personal y profesional, establecemos una separación como si hablásemos de dos vidas diferentes para una misma persona.
Y lo cierto es que somos muchos los que queremos disfrutar ¡también! de lunes a viernes. Los que queremos llevar nuestros valores a nuestros trabajos y no dejarlos colgados del perchero a la puerta de la oficina.
¿Y habrá que hacer alguna concesión? ¡Pues probablemente sí! Por parte de todos. Porque la cultura de la empresa y la de las personas que la componen deben de estar alineadas.
Pero el control por el control ya no sirve en las empresas vanguardistas, porque las personas quieren ir más allá, quieren avanzar desde la cultura del compromiso a la cultura de la CONFIANZA. Regala confianza y recibirás mucho más que si sólo exiges compromiso.
Y si apostamos por la confianza, por premiar la creatividad y, por qué no, también el error -porque el que tiene boca se equivoca-, conseguiremos que esas mismas personas que fuera de las empresas forman familias, educan a sus hijos, dirigen clubes y asociaciones, entrenan equipos deportivos en escuelas o en sus barrios, trabajan de forma gratuita en organizaciones sin ánimo de lucro, y todo ello por el puro placer de aportar valor a la sociedad, deseen aportar ese mismo valor a las empresas en las que trabajan.
Para lograrlo, CREE en las personas, y demuéstraselo con hechos. Confianza y transparencia son las claves del Liderazgo. Cuéntales no sólo el “qué”, es más importante el “para qué”.
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