Fue en 1990 o 1991 cuando cayó en mis manos, de forma totalmente casual, el recorte de un artículo, escrito por alguien desconocido y publicado en un medio también desconocido. El nombre del autor y el nombre del medio habían sucumbido a la tijera recortadora. Me pareció en aquel momento un artículo muy interesante, extremadamente lúcido y lleno de ideas que, a contracorriente de la época, invitaban a la reflexión. Desgraciadamente no conservo el artículo, pero sí su memoria.
Por ello, y por suponer que habrá, sin duda alguna, otras personas de empresa a las que estas reflexiones pueden interesarles en estos momentos de crisis creciente, es por lo que voy a tratar de transcribir aquí las ideas claves que conservo, en el recuerdo, de ese artículo. Son estas seis:
PRIMERA IDEA
El fin de la empresa, de una empresa de verdad, decía el artículo, no debe ser el ganar dinero. La suposición contraria es, sobre todo, un grave error, ya que, además de ser moralmente dudosa, desequilibra la economía y las personas, y desenfoca los verdaderos objetivos a conseguir y los verdaderos problemas a resolver.
SEGUNDA IDEA
Ganar dinero no puede ser un deber, pero sí una necesidad absolutamente imprescindible de satisfacer en la empresa. Y cuanto más gane y, sobre todo, mejor lo gane, mejor se podrá retribuir a los distintos factores que intervienen en su funcionamiento. Este ganar dinero debe ser la consecuencia de hacer bien las cosas, de hacerlas inteligentemente, siguiendo una estrategia definida. Pero no es un fin.
TERCERA IDEA
El fin de la empresa, el objetivo a perseguir y a lograr, es llevar a cabo su estrategia en todos y cada uno de sus momentos. Esto implica básicamente saber dónde se está, dónde se quiere estar y cómo recorrer tal distancia. La empresa necesita tener metas y proyectos. Y necesita tener claro qué quiere aportar al mercado, a sus empleados, a sus dueños, a la sociedad…
CUARTA IDEA
Una empresa no es un negocio, no es un patrimonio. Es una sociedad humana, un conjunto organizado de personas que realizan funciones distintas, que tienen motivaciones distintas, que se comportan de forma distinta, pero que se comprometen, por razones muy difíciles de averiguar en muchos casos, en sacar adelante un proyecto común. La dirección de una empresa es algo muy diferente a la administración de un patrimonio. Las personas necesitan líderes, los patrimonios, abogados. La mentalidad de “dueño” y sus emociones derivadas no son las más adecuadas para dirigir la sociedad de mujeres y hombres libres y adultos que trabajan en el interior de las empresas en los tiempos actuales. Esa mentalidad de “dueño” precisaría, para ser eficaz, de una contraparte en forma de mentalidad de “esclavo” o, al menos, “de criado”, muy lejos de la actual realidad social y generacional que existe en las empresas modernas.
QUINTA IDEA
El propietario, empresario, socio, ejecutivo o directivo que crea que el fin de la existencia de una empresa sí es ganar dinero, incurre en tres graves errores:
- Creerá que él tiene derechos que otros no tienen y que es él la “piedra angular” de la organización. Por el contrario, en situaciones de crisis, tenderá a inhibirse y protegerse, no demostrando especial valentía.
- Tendrá una empresa marginal que no podrá ser líder en nada ni ejemplo para nadie, y que se defenderá bien sólo en coyunturas favorables, ya que carecerá de la suficiente solidez y consistencia interna como para hacerlo también en las desfavorables.
- Tendrá graves problemas de motivación y compromiso con su personal, pues habrá creado implícita, cuando no explícitamente, una divergencia básica entre los intereses de unos y otros dentro de la empresa, en lugar de crear un proyecto y unas expectativas comunes para todos.
SEXTA IDEA
La creencia de que la finalidad más importante o única de la empresa es ganar dinero sólo contribuye a crear un ambiente empresarial extraordinariamente pobre y un ambiente social escasamente próspero y, por contra, intensamente conflictivo.
Adicionalmente, esta creencia genera, también, la transformación de las empresas en puros negocios, favorece la aparición de la corrupción (necesaria para asegurar el logro del fin sagrado en cualquier circunstancia), y genera una percepción del resto de la sociedad fuertemente negativa hacia el mundo empresarial y hacia los empresarios.
Y, por último, esta creencia impide por completo la vinculación, más necesaria ahora que nunca, entre el mundo educativo, científico e investigador (con tan escasa motivación dineraria) y el mundo económico.
Estas son las seis ideas claves del artículo que, como hemos dicho, tuvimos ocasión de leer por primera vez hace ya bastante tiempo.
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