En la empresa de hoy, el día a día nos come de tal manera que nos impide darnos cuenta de los muchos errores que cometemos, sobre todo en lo que a nuestra oratoria se refiere. La velocidad a la que nos movemos, la cantidad de información que nos vemos obligados a manejar diariamente, el volumen de mails y mensajes que tenemos que responder es tan elevado que no nos permite darnos cuenta de todos los fallos que cometemos al hablar, utilizando palabras inexistentes, usando vocablos de dudoso origen, entremezclando distintos lenguajes y lenguas como si ello fuese lo correcto.
Que nosotros, humanos normales, seamos los que cometemos ese tipo de errores es algo disculpable y, si me apuran, hasta comprensible. Pero que en la prensa diaria, en los medios de comunicación sea habitual utilizar “palabros” inexistentes es preocupante, y denota lo mucho que la Lengua Española echa de menos a don Fernando Lázaro Carreter, egregio académico y autor de uno de los manuales de enseñanza más utilizado en el bachillerato por mi generación, así como de los dos tomos de EL DARDO EN LA PALABRA, en los que se recogían sus fenomenales artículos publicados cada domingo en el diario El País.
Con toda mi admiración y respeto, y en aras a aumentar el conocimiento de todos aquellos que las utilizan, me permito contarles algunas palabras que se usan diariamente en nuestro lenguaje empresarial y que, muy a pesar de la Real Academia de la Lengua, son inexistentes:
ARGUMENTARIO: A los que nos dedicamos a la venta nos suena habitual que en los cursos de formación, tanto técnicos como de productos, se diga que tenemos que tener un buen ARGUMENTARIO de ventas. Me gustaría saber si cuando salimos del cine, de ver esa película de la que tanto nos han hablado, cuando estamos yendo hacia el coche, le comentamos a nuestra pareja, “me ha gustado mucho el argumentario de la película. Me ha parecido un argumentario muy interesante. No, no decimos nada de eso ya que siempre hablamos del “argumento”.
EMPLEABILIDAD: En estos momentos de crisis laboral y económica, se estila mucho que los grandes sabios de la economía, los comentaristas que saben de todo y opinan de lo divino y de lo humano, hablen de los bajos niveles de empleabilidad por los que nos movemos. “Creación de empleo, posibilidades de empleo”, son términos mucho más adecuados y ciertos.
EXPERTEZ: Algunos que van de sabios técnicos usan esta variante del vocablo inglés expertise, para referirse al grado de “experiencia” que tiene alguien en algún tipo de actividad o ejercicio profesional.
EXTERNALIZACIÓN: Se utiliza para decir que tal o cual servicio o proceso se ha “subcontratado” a una empresa externa y, al menos por el momento, la RAE no la contempla en su diccionario. No es la primera vez que vemos en portada de algún importante periódico económico titulares como “LA EXTERNALIZACION SE ABRE CAMINO EN LA EMPRESA DE HOY”.
PROMOCIONABLE: Decimos que un producto o una persona fácilmente lo son a pesar de que entendemos que lo cierto es que, en ambos casos, puede ser sencilla su “promoción”.
Estos son algunos de los ejemplos de “palabros” utilizados de forma habitual en el lenguaje empresarial de hoy. Si a ello añadimos pleonasmos, algún que otro oxímoron, metáforas, ciertas metonimias y las habituales elipsis que todos realizamos, no es de extrañar que cada día sea más difícil entendernos y que los mal entendidos estén a la orden del día.
Si leyéramos un poco todos los días, si hubiésemos estudiado más latín y griego, y si estuviéramos mucho más orgullosos de nuestra bella lengua española, seguro que, en lo que a nuestro verbo se refiere, mejor nos iría a todos. Y dejaríamos de usar tanto inexistentes “palabros”.
Aunque también es posible que, a base de aparecer en la recién nacida enciclopedia libre de los recursos humanos, RHPEDIA, la RAE se digne a incluir estos palabros en su diccionario y hacerlos así "empleables" por todos.
1 comentario en «Palabros»
Me parece muy interesante el tema que aborda el artículo porque se han generalizado una serie de términos y construcciones gramaticales incorrectas y que se escuchan y leen a diario.
Sin ir más lejos, el propio autor utiliza impunemente un anglicismo en sus primeras líneas: la palabra «mail» es muy popular, pero lo correcto es decir «correo electrónico» o, si queremos abreviar, escribir «correo-e».
Seguiremos trabajando por el correcto uso del castellano.
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