Sin ánimo de caer en “forofismos” y/o chauvinismos indeseados, deberíamos sentarnos a pensar muy seriamente -más aún cuando nos vemos azotados por vientos (huracanes) de crisis- sobre una corriente que parece haberse puesto de moda en el mundo empresarial multinacional: Las deslocalizaciones.
Numerosos son los casos de empresas establecidas en España –en Europa- que prefieren optar por destinos más baratos si con ello consiguen mayores beneficios o mejores ventajas competitivas. Empresas industriales, de automoción, telemarketing, tecnología… están abandonando desde hace ya tiempo nuestro país y otros países europeos buscando menores costes en Asia, Europa central, norte de África y Suramérica.
Nokia
Sin entrar a valorar las condiciones de trabajo de esos nuevos paraísos laborales y, seguramente, fiscales, me pregunto qué se podría hacer ante esta peligrosa tendencia deslocalizadora desde el punto de vista del ciudadano de a pie, sobre todo después de ver la reacción de la clase política alemana ante el anuncio de la finlandesa Nokia de cerrar una planta en aquel país en busca de mayores ganancias con menos costes.
En el caso de Nokia http://www.rrhhdigital.es/noticia_ampliada.asp?id=28380 lo tengo bastante claro, y la reacción de los políticos alemanes me parece adecuada en el fondo y, aunque algo menos, en la forma http://www.rrhhdigital.es/noticia_ampliada.asp?id=28522. Porque ya está bien.
En una época en la que está de moda la RSC –sigo pensando que es más marketing que otra cosa- actuaciones como la de Nokia –y muchas otras similares- merecen una respuesta firme por parte de autoridades y consumidores como la que han propuesto los alemanes: dejar de comprar Nokia.
¿Boicot? No, mejor llamarlo responsabilidad social “popular”. Porque, además, dudo que los terminales fabricados en otras regiones más baratas vayan a ser precisamente eso, más baratos. Imagino lo que pensaría Nokia si sólo un 10% del mercado alemán dejara de comprar sus terminales.
Lo mismo se podría hacer en otras deslocalizaciones salvajes que estamos padeciendo: Ante el legítimo derecho a buscar el beneficio empresarial puro y duro, el legítimo derecho a ejercer la responsabilidad social popular. Lo que pasa es que no siempre es posible, ya sea porque la empresa deslocalizadora no fabrica para el consumidor final o porque este, siendo así, se olvida del asunto a la hora de, por ejemplo, cambiar de móvil.
Como no hagamos algo…
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