Siempre me ha llamado la atención la relatividad de la información meteorológica facilitada por los servicios informativos de diferentes medios de comunicación, ya sean de televisión o radio –en la mayoría de los casos-, prensa escrita o Internet. Si llueve, muchos dirán que hace mal tiempo, pero no pensarán así los vendedores de paraguas; si hace sol y 45 grados a la sombra, también hará mal tiempo, pero no para los vendedores de helados. Además, y aunque es difícil de cumplir, expertos en periodismo aconsejan, en determinados tipos de informaciones, no utilizar calificativos como bueno o malo ni expresiones del tipo “empeora” o “mejora”. Si caen “chuzos de punta” puede ser maravilloso para mí, independientemente de lo que digan la señora o señor del tiempo, si me gusta pasear debajo de un paraguas, pero fatal para aquellos individuos que quieran ir a la playa bajo un sol de justicia.
El ser humano es relativo, y todo lo que le rodea también. Somos capaces de comprobar cómo se mueren de hambre millones de personas y pasarnos desapercibida la inauguración de una clínica para perros (canes) millonarios.
La relatividad de la RS
Con la Responsabilidad Social –empresarial o no- pasa lo mismo, es absolutamente relativa. Determinados comportamientos son buenos o indiferentes –no digo malos- según los ojos del que mira. Si, además, esos comportamientos vienen adornados por grandes campañas de comunicación del tipo “mirad que buenos somos”, más relativos son; ya se sabe que por la boca muere el pez.
No hay día que no se produzcan noticias relativas a Responsabilidad Social, ya sea sobre medio ambiente, educación, mayores, discapacitados, tercer mundo, drogadicción, salud… A RRHH Digital le interesan, por razones obvias, todas aquellas acciones de responsabilidad social en materia de recursos humanos, aunque no ignoramos el resto de iniciativas. Aquí pueden comprobar lo publicado hasta la fecha: http://www.rrhhdigital.es/noticias_seccion.asp?seccion=16.
Más marketing que otra cosa
Sin embargo, seguimos pensando que la responsabilidad social es más un elemento de marketing que una voluntad real de ayudar o facilitar las cosas al prójimo. Partiendo de la base de que las empresas están formadas por personas, sería impensable que, fuera de ellas, en una comunidad de vecinos cualquiera –por poner un ejemplo-, un individuo ayudara a una anciana a subir las escaleras y empapelara dicha comunidad con carteles sobre su gesta ¿desinteresada? U otro vecino que limpiara el suelo del portal de la comunidad, mojado por la lluvia, para evitar resbalones y lesiones de personas conocidas o desconocidas que pudieran pasar por allí, y se dedicara el mes siguiente a poner en conocimiento de todo el mundo su buena acción. O que le diéramos limosna a un indigente y se lo comunicáramos a todo nuestro círculo de amistades. Sonaría raro ¿verdad? ¿Qué pensarían de nosotros?
Si esa actitud de un vecino resultaría chocante ¿Por qué la vemos tan normal, entonces, en las empresas? Que hagan el bien, que miren a quién se lo hacen y que se gasten millones en que todo el mundo lo sepa. ¿No sería mejor reinvertir el dinero de esas grandes campañas de comunicación en nuevas acciones de RS sin necesidad de contárselo al exterior?
Responsabilidad social, ¿Liberalidad o interés económico?
Imagínense un estudio que demostrara que la responsabilidad social no aporta a los beneficios de una empresa. Mejor dicho, que sólo aportara a la cuenta de explotación el coste de la propia acción y de la campaña de comunicación de la misma, y que todo ello no se tradujera en un beneficio cuantificable e imputable directamente a dicha acción. ¿Se seguiría haciendo? Con alguna excepción, yo creo que no. Ni siquiera una ONG puede permitirse el lujo de perder dinero cumpliendo con su objeto social.
Responsabilidad social y Recursos Humanos
Yendo a nuestro terreno, se ha puesto de moda comunicar iniciativas de RRHH relativas a lo bien que se portan las organizaciones con sus empleados. Y no son más que un elemento de marketing, interno y externo, de captación, de retención y de venta a terceros ajenos a la empresa de las bondades de la compañía.
La empresa A acaba de implantar un plan para que sus empleados puedan conciliar su vida profesional y familiar. Como es habitual, lo anuncia a los cuatro vientos. La empresa A tiene una antigüedad de 100 años, y tiene empleados desde su fundación. Y yo, como me gusta sacar punta a casi todo, pienso: “¿100 años de vida y ahora se preocupan por la conciliación de sus empleados? ¿Y los 99 años restantes que han hecho, acaso eran esclavistas? ¿No será mejor implantar la medida y que todo el mundo mire para adelante, y que los únicos que se enteren sean los propios empleados beneficiarios? ¿O es que también se espera un aplauso para la dirección por parte de propios y extraños?
Lo mismo se podría decir de los planes de igualdad y de todas aquellas iniciativas puestas en marcha en épocas recientes: inserción de discapacitados, voluntariado corporativo, inserción de mujeres víctimas de la violencia de género, integración de personas en riesgo de exclusión social, erradicación del trabajo infantil, etc. ¿Y los 99 años anteriores, qué? ¿Es que antes no vendía?
Nunca es tarde
Una vez emitida esta crítica, dejo claro que todas las iniciativas de RSC, RSE o RS, a secas, son pocas, que son todas necesarias –en RRHH y en el resto de materias- aunque lleguen con 100 años de retraso, y que más positivo sería gastar en hacer que en comunicar. Al final siempre se sabe quién hace y quién no, que es lo importante.
Irresponsabilidad social corporativa
¿Por qué en vez de comunicar las acciones de RSC puestas en marcha por las empresas dirigimos nuestros esfuerzos en publicitar a todas aquellas a las que la RSC les importa muy poco?
Dando por hecho que la RSC será, en poco tiempo, tan normal como encender la luz, llamar al ascensor o mandar un e mail, tendríamos que invertir la tendencia de comunicar quiénes son socialmente responsables –una vez normalizada esa RSC- para empezar a comunicar quiénes son socialmente irresponsables; por ejemplo:
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Empresa B no permite a sus empleados flexibilizar sus horarios
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Empresa C no fomenta la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres
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Empresa D no permite a sus empleados reducir su jornada conforme a la ley
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Empresa E acosa a sus empleados y tiene 20 demandas por mobbing
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Empresa F paga más a los hombres que a las mujeres en trabajos similares
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Empresa G discrimina a los empleados que solicitan permiso de paternidad
Es lo que se podría denominar marketing inverso: si no estás en esa lista, date por satisfecho. Si estás, empieza a preocuparte. Sería como un ranking de empresas con malas prácticas. A bote pronto se me ocurren varias empresas que tendrían que estar. De hecho, no estaría de más crear una sección denominada “Irresponsabilidad Social”.
Todo llegará
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