El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua proporciona tres definiciones a la palabra Influencia:
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Acción y efecto de influir
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Poder, valimiento, autoridad de alguien para con otra u otras personas o para intervenir en un negocio
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Persona con poder o autoridad con cuya intervención se puede obtener una ventaja, favor o beneficio
Y dos definiciones a la palabra Carisma:
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Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar
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Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad
Nos movemos en un mundo regido por las influencias: se puede ser un necio, pero tener influencias y llegar alto, y también ser un genio, pero no tenerlas y no llegar nunca a ninguna parte.
Sin embargo, esto, aunque en ocasiones cierto, no siempre es tan sencillo. Hoy por hoy el nivel de formación de las nuevas generaciones es cada vez mayor, lo cual hace que aquél que ocupa un puesto sea realmente merecedor de él, y no alguien elegido a dedo.
Pero, realmente, ¿Creen que sólo con influencias y una buena preparación académica se puede llegar a ocupar los puestos de élite del mundo empresarial?
Probablemente, ocuparlos sí; pero para desempeñarlos adecuadamente, seguramente, estarán de acuerdo conmigo, se necesita de un “ Don” especial que no tiene tanto que ver con la formación, sino con la inteligencia y el carisma personal que le permitan a uno poder liderar y/o embaucar a cualquier persona que se ponga enfrente, sea cual sea su posición, formación o condición.
Hasta el punto que aquel que lo posea conseguirá las influencias y formación necesarias para llegar donde se proponga.
Lo paradójico de todo ello es que la persona que en un momento dado se aprovechó de las influencias de otros para escalar, al llegar a la cumbre será, a su vez, alguien influyente.
Por tanto, ¿Serán los influyentes del futuro los carismáticos de hoy?
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