A finales del año 2006, nos propusieron ayudar a un colegio crítico situado en una zona bastante deprimida de Santiago y que atravesaba serios problemas: Niños que se vivían en entornos de droga, violencia, maltrato y desde luego con nulo interés por la educación y sobre todo por su propia educación. Nuestra propuesta fue un proyecto radicalmente distinto de lo habitual y de lo que todos esperaban: Dar todo el protagonismo a los niños para lo que nos inventamos un proyecto ficticio en el que iban a trabajar y desarrollar diversas tareas durante 4 semanas. Para cada tarea, debían entregar un "producto" que era revisado por los tutores quienes le entregan su feedback y les pedían modificaciones o les permitían avanzar.
En concreto, lo que hicimos fue, proponer a un periódico real, La Nación http://www.lanacion.cl inventarnos un Blog que denominamos Los Navíos Online. Seleccionamos 30 alumnos de 6º, 7º y 8º del colegio y los invitamos a una cena en un restaurant donde los dividimos en 5 grupos de periodistas investigadores de ese Blog y les planteamos un Desafío: Valparaíso corre el riesgo de perder el título de Patrimonio cultural de la Humanidad que asigna la UNESCO. Para evitar esta catástrofe, el Director del Blog, a petición del Director del Periódico, les encomienda la Misión de preparar una serie de reportajes a 5 oficios que se desarrollan en el Puerto de Valparaíso: Marino de Guerra, Inspector de Aduanas, Estibador, Mecánico de buque y Operador de grúas. Sin embargo, lo crucial del proyecto eran las habilidades que queríamos que estos chicos desarrollasen: Trabajar en equipo, Resolver conflictos, Expresar y comunicar las opiniones, ideas, sentimientos y convicciones propias, con claridad y eficacia, Manejar la tecnología, Desarrollar la autoestima, Planificación o Selección de información. En definitiva, habilidades que les permitiesen enfrentar la complicada vida que les esperaba por delante.
El plan de trabajo que preparamos para esas 3 semanas se centró en actividades como:
Actividad 1: Diseñar el blog de su equipo para lo que les enviamos un experto en Blogs a ayudarles. Al día siguiente, no solo cada grupo tenía su blog sino que varios niños habían diseñado el suyo personal.
Actividad 2: Conocer en detalle cómo trabaja un periodista, cómo investiga y recopila información, cómo se prepara un cuestionario, cómo se realiza una entrevista. El producto resultante consistía en diseñar el guión de la entrevista que harían a su personaje. Les enviamos un periodista para que les apoyase con cada una de estas tareas.
Actividad 3: Planificar una reunión con el oficio que les fue asignado en Valparaíso, llevarla a cabo y documentarla (video, grabadora, fotos).
Actividad 4: Preparar su reportaje en el blog, presentarlo y defenderlo ante el director del Blog y sus compañeros.
En paralelo, agendamos diferentes actividades cómo por ejemplo visitas al Diario La Nación y al canal del Televisión Chilevisión para conocer en primera persona el trabajo de un peridista/investigador así como reuniones semanales de retroalimentación con sus Tutores.
El evento de cierre del proyecto se llevó a cabo en una cena en el palacio presidencial de La Moneda donde cada grupo expuso el resultado de su trabajo. Además de conocer en palabras del director y de varios profesores que durante la duración del proyecto, el colegio estuvo absolutamente revolucionado por estos 30 muchachos que andaban circulando por todas partes, hubo un acontecimiento que justificó y dio sentido a todo el esfuerzo realizado: Cuando se les preguntó a los niños que evaluasen qué les había parecido la experiencia, hubo varios que dijeron que había sido la mejor experiencia de su vida. No del colegio sino de SU VIDA. ¿Han escuchado esto alguna vez de boca de un niño?
"Tienes 5 minutos para construir un puente que sea suficientemente alto y ancho para que pase una mano, robusto como para soportar el peso de un objeto y estable para que no se caiga al empujarlo suavemente". Así comenzó el primer taller de LEGO Serious Play al que asistí. Lo que ocurrió durante ese breve lapso de tiempo fue un fenómeno verdaderamente impactante. De repente, el hecho de tener un objetivo que cumplir provocó una revolución imparable porque exigía pasar a la acción y abandonar el cómodo rol de alumno que escucha y toma apuntes. A nada que el desafío que te plantean sea creíble, el objetivo a alcanzar te interese, sea abordable y pertinente, haces materialmente lo que sea para conseguirlo. No falla. El primer impacto drástico es que ese desafío te obliga a pensar profundamente, a hacer un esfuerzo descomunal de reflexión que no es nada habitual en la mayoría de sesiones de formación. Como sucede con los coches, se produce una brutal aceleración de 0 a 100 en 2 segundos. ¿Qué puente hago? ¿Qué piezas tengo? ¿Por donde empiezo? ¿Qué piezas encajan?
Las preguntas se suceden como un torbellino incontrolable. El segundo impacto radica en construir, en materializar con las manos las posibles ideas teniendo en cuenta que en la mayor parte de los casos, son las manos las que trabajan autónomamente sin un plan preconcebido. Resulta muy complicado planificar y sin embargo resulta bastante natural dejarse guiar por lo que las manos van haciendo a su libre albedrío. El tercer impacto, ya definitivo, consiste en verbalizar, en contar una historia que explique lo construido y trate de justificar porque se ha hecho lo que se ha hecho de esa manera y no de otra y qué posibles significados puede tener la obra de arte resultante.
En este taller se cumplían 3 criterios esenciales para aprender: 1. Hacer (pensar y construir) 2. Cometer errores y 3. Contar historias (explicar lo que has hecho que es la mejor manera de aprender). Por si fuese poco, resultaba imposible no participar, no aprender, ya que todos tienen que construir.
Dadle un problema que resolver a un ingeniero, un caso interesante a un abogado o un paciente complicado a un medico y veréis lo que ocurre: Inmediatamente se ponen en acción para superar el obstáculo y muchas veces no pueden parar hasta conseguirlo. El impulso de aprender es tan potente como el impulso sexual. Se puede lograr que la gente quiera aprender, se les puede seducir pero hay que pensar desde otra óptica. En un curso normal, no estás acostumbrado a hacer grandes esfuerzos, no hace falta pensar demasiado. En el taller de repente nos vimos involucrados en desafíos que se nos planteaban y que estaban directamente relacionados con cada uno de nosotros. Era un proceso personal e intransferible. La reflexión profunda lleva al aprendizaje profundo. El segundo desafío que me plantearon fue construir a mi peor cliente en 10 minutos. Imaginaos la intensidad del proceso…
Ya es hora de que volvamos a aprender como cuando éramos niños: Jugando. Aprender puede y debe ser divertido. No existe nada más serio para aprender que jugar. Tal vez la frase de Descartes se haya quedado ya, a estas alturas, demasiado corta.
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