El mes de julio es la antesala del descanso para la mayoría. Aunque julio también es periodo vacacional, la gente sigue prefiriendo el mes de agosto para veranear, lo dicen las estadísticas. Las grandes operaciones salida y retorno siguen produciéndose en el mes estrella de las vacaciones: agosto. Veranear sigue siendo más barato de hacer en julio y septiembre que en agosto. Los que prefieren julio y agosto alegan menos saturación, mejores ofertas y menores agobios. Además, muchos argumentan que el mes de agosto en la oficina es un simple dejar transcurrir el tiempo por la casi absoluta falta de actividad en las empresas.
Pero ya nos estamos preparando para el descanso a pesar de no haber llegado aún el mes maldito de la productividad. Salvo el estrés propio de los departamentos financieros, por cuestiones impositivas y de pagos a proveedores y clientes, el relax por el próximo descanso empieza a hacer mella en las cabezas de muchos trabajadores y profesionales.
Las cosas se empiezan a dejar para septiembre, al igual que a principios de diciembre se suelen dejar para el próximo año. Algunas empresas cortan el servicio de algunos de sus proveedores por la baja actividad empresarial en estos meses. Servicios que antes veíamos “normal” que se suprimieran o suspendieran en el mes de agosto -procesos de selección, anuncios de reclutamiento en prensa, incorporación de nuevo personal, etc.-, ahora se empiezan a suspender también en julio.
Cada vez más empresas, muchas de ellas pertenecientes al mundo de la industria auxiliar de los recursos humanos, comienzan a contratar servicios profesionales excluyendo los meses de julio y agosto del ámbito temporal de aplicación de dichos servicios. Es como si esos meses no existieran.
Cada vez más empresas –obviamente no nos referimos a las que tienen su periodo punta de facturación o actividad en los periodos de vacaciones- preparan sus cuentas de explotación con facturación cero o casi inexistente en estos meses, debiendo compensar dicha falta en los 10 –o nueve- meses restantes.
Llegará el día -espero que no- en que contratemos los suministros de energía, telecomunicaciones y demás servicios esenciales sólo para 10 meses al año. Es posible que ya lo estemos haciendo con el famoso pague 11 y llévese 12, salvo que la cosa tenderá a ofrecernos 12 por el precio de 10 o 9. Porque no olvidemos que ahora nos referimos a los meses de julio y agosto, pero luego viene diciembre, sucediendo algo similar -en lo que a productividad se refiere- desde mediados de noviembre.
Como siempre, cualquier generalización es injusta, pero deberíamos pensar en ello cada vez que oigamos o leamos noticias o estudios sobre productividad y competitividad de la empresa española.
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