Cuántas veces hemos oído de candidatos y trabajadores, o quizá nosotros mismos nos hemos hecho esta pregunta, al pensar qué posibilidades de mejora profesional tenemos.
Cuando esta pregunta coincide con una abundancia de puestos vacantes en determinadas ocupaciones, ello puede propiciar que algunos trabajadores “salten” con demasiada frecuencia de unas empresas a otras. Puede darse la circunstancia, además, que dichas personas no hayan llegado a “dominar” o desempeñar eficazmente su puesto de trabajo y se muevan exclusivamente por consideraciones económicas o condiciones laborales.
Aunque no podemos negar la importancia de dichos factores, creemos que ante un cambio de trabajo debemos movernos ante todo por la satisfacción que el propio trabajo nos puede ofrecer. Así mismo también debemos pensar en nuestro futuro laboral, construyendo una carrera profesional sólida, coherente y segura.
Por su parte, la empresa tiene mucho que decir y hacer en este punto. La empresa o el empleador no deben considerar a los trabajadores como piezas idénticas unas a otras y, por tanto, fácilmente reemplazables. No existe un trabajador igual a otro, y las diferencias entre ellos pueden ser enormes, y, por tanto, la eficacia con la que se desempeña un puesto de trabajo también. Esto nos lleva a varias reflexiones.
En primer lugar, que la selección de personal sigue teniendo importancia, no tanto con el concepto peyorativo de “criba”, sino como búsqueda del candidato adecuado que va a realizar correctamente su labor, durante un tiempo apreciable y con un alto grado de satisfacción propia.
En segundo lugar, la importancia que tiene dentro de la selección de personal indagar en la motivación de los candidatos. Por qué eligen una determinada empresa o puesto, cuáles son sus prioridades e intereses, y cómo estos se pueden conjugar con lo que ofrece la empresa o el puesto.
En tercer lugar, que la empresa debe esforzarse en ofrecer a sus empleados valores sólidos en cuanto a profesionalidad y eficacia, que será lo que en definitiva enriquezca a empleados y empresas a largo plazo. Es decir, que los empleados comprueben que los conocimientos y experiencias que adquieren en su trabajo les van a permitir su progreso profesional y su empleabilidad en cualquier circunstancia.
En cuarto lugar, no podemos olvidar los valores éticos relativos al trabajo, como son su dignidad y el valor del trabajo bien hecho. Desde el sistema educativo y desde los medios de comunicación social se debe dar al trabajo la consideración que merece, frente al hedonismo.
En definitiva, ¿Cómo está el mercado? es una buena pregunta, pero quien se la hace no deber pensar sólo en la retribución sino en las características del puesto y de la empresa donde debe desempeñar el trabajo.
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