26 de diciembre de 2024

Orígenes y antecedentes del Outdoor Training (1)

Orígenes y antecedentes del Outdoor Training (1)
Introducción

El “outdoor training”, desde el punto de vista del aprendizaje y de la formación, no es nada revolucionario ni novedoso, ya que durante miles de años el hombre ha aprendido en el medio natural y ha ido mejorando y desarrollando a través de éste.

En su proceso de evolución la raza humana ha generado a partir de múltiples vivencias y experiencias diferentes procesos de aprendizaje tales como el uso del fuego o la construcción de herramientas, que le han permitido adaptarse a las dificultades que le ofrecía el medio. Estos procesos de aprendizaje fueron fruto de una delicada reflexión y análisis de las condiciones y de los requerimientos en términos de habilidades, conocimientos y destrezas recopilados a partir de la vivencia, para ser transformadas en experiencias por el poder de la reflexión.

Las grandes escuelas de artesanos que predominaron en el feudalismo (siglo X-XIII)  tuvieron como base los principios del “outdoor training”. El Maestro o Artesano de entonces, poseedor de la sabiduría generada por una experiencia en un arte u oficio, tenia a su cargo uno o varios aprendices que necesitaban mucho tiempo para poder descifrar los misterios de esa ocupación. El maestro iba dosificando las lecciones y las experiencias hasta que podía certificar la idoneidad del aprendiz quien a su vez se convertía en maestro sólo cuando la experiencia y la consagración lo dotaban de la sabiduría para ejercer.

 Sin embargo, las principales críticas que los diferentes autores hacen del “outdoor training” se centran en su poca respetabilidad por parte de los participantes, su falta de seriedad a la hora del desarrollo de profesionales y su mínima eficacia para aplicarse en el mundo laboral. Curiosamente, estas opiniones resultan chocantes y contradictorias, pues el “outdoor training” cuenta con miles de años de experiencia en dos campos tan respetados como son la educación y la enseñanza militar.

El análisis y estudio de las primeras civilizaciones verifica como la naturaleza y la actividad al aire libre han servido como medio para desarrollar habilidades tan esenciales en las organizaciones actuales como el liderazgo, el espíritu y trabajo de equipo, la iniciativa, la resolución de problemas, etc.

Influencia de la educación

En los pueblos primitivos el deporte se utilizaba, entre otras cosas, como herramienta para desarrollar e integrar pronto a los más jóvenes en sus responsabilidades de adulto.

El desarrollo de la integridad, la seguridad en sí mismo, la disciplina, la abnegación o la independencia, eran algunos de los valores que más importancia daban los antiguos griegos para la formación de sus elites. En aquella época, eran muy conscientes de la importancia de la educación en el medio natural y de las múltiples ventajas de su aplicación con respecto a la formación en aula.

La palestra, era un recinto al aire libre donde los antiguos griegos impartían sus clases a los niños. La educación física era entendida como elemento fundamental en la formación del ser humano para llegar a ser un hombre cumplido y cabal ciudadano. En la cultura aristocrática, el deporte fue considerado esencial para la formación integral del hombre.

Para Platón (1970), el Estado y el ciudadano ideales eran imposibles sin una buena educación, la cual tenía su pilar básico en la educación física. Aristóteles (1970), por su parte, consideraba que el ejercicio físico era muy útil en la educación, ya que fomentaba el valor y modelaba el carácter.

Otra muestra de la importancia que le daban nuestros antepasados a la formación al aire libre como herramienta fundamental para transformar el temperamento y generar nuevas cualidades humanas, es la famosa frase de Juvenal (1965): “mens sana in corpore sano”. Esta frase representa perfectamente el pensamiento de las antiguas civilizaciones a las que hacemos mención, las cuales reconocían que el entrenamiento en la naturaleza no sólo generaba pericia y destreza en esas mismas actividades, sino que también desarrollaba en los practicantes cualidades humanas y las partes más nobles del espíritu humano.

En el siglo XVIII, Rousseau mantenía que la mejor forma para conocerse a sí mismo y al mundo que nos rodeaba era jugando en la naturaleza. Consideraba que la actividad física era un instrumento socializador muy importante para el niño, ya que a través del juego se adquirían las habilidades sociales y emocionales primordiales para su desarrollo tanto en la infancia como posteriormente en el mundo adulto. Estos planteamientos, que chocaban tanto con la educación de aquella época, se van a ver reflejados en un libro muy reciente de Daniel Goleman: “La Inteligencia Emocional”.

El ejercicio corporal ha sido concebido, a lo largo de la historia, como un medio para educar el coraje (Platón, 1970), la virtud (Locke, 1986), el temperamento (Rousseau, 1985), la alegría y la honestidad (Vives, 1988), el valor (Amorós, 1848), el carácter (Fröbel, 1913; Coubertain, 1973), la alegría (Richter, 1920), etc… La practica física al aire libre, en opinión de Vittorino da Feltre, constituía un medio fundamental para desarrollar en sus alumnos cualidades humanas como la alegría, la dignidad y el desarrollo de la personalidad (Giannetto, 1981). Arnold, por su parte, utilizaba la actividad al aire libre para el desarrollo del control emocional y el compromiso ético de sus alumnos (Hughes, 1932). 

Hacia 1860, los juegos físicos empiezan a formar parte central del currículo escolar. El deporte es concebido como uno de los promotores de la moral, y conceptos como el coraje, el juego limpio y el espíritu de equipo sólo pueden ser aprendidos en el campo de juego.

De acuerdo con Dewey (1938), la educación ha de trasladarse a los campos de deportes, pues se trata de un lugar muy apropiado para trabajar en grupo, estimular a los participantes a superar dificultades y problemas que se les plantean, e ideal para la organización colectiva. En definitiva, Dewey reconoce la actividad deportiva como un excelente medio de educación.

Influencia militar

Los antiguos espartanos revolucionaron el mundo militar introduciendo un nuevo elemento en la batalla, clave para el éxito en cualquier organización de nuestros días: el trabajo en equipo. Lo hicieron a través de las falanges (formación de ocho filas de soldados que maniobraba, avanzaba o defendía su posición codo a codo, al son de las flautas y tambores). En este tipo de formación era fundamental el respeto de cada hombre por sus compañeros para que el grupo fuese invencible en el campo de batalla. Se sacrificaban por el equipo y las decisiones de éste prevalecían sobre cualquier opinión personal. Además, entrenaban los reflejos y el control de la fogosidad a través del ejercicio físico y la danza (eran excelentes coreógrafos). Consideraban que el control de uno mismo era una cualidad  muy necesaria en el campo de batalla.

Más recientemente, durante la II Guerra Mundial (1939-1945), EE.UU. encargó a un comité de expertos psicólogos la rápida y eficaz selección y formación de un gran ejército. Entre las habilidades básicas requeridas destacaban las emocionales por encima de las intelectuales. Así, se buscaban soldados con dotes de liderazgo, con capacidad de mando, iniciativa, compromiso, comunicación, etc. El comité de expertos era consciente de que la mejor forma de desarrollar y fomentar este tipo de habilidades no era dentro de un aula, sino mediante la realización de numerosas pruebas de simulación en la naturaleza que reprodujeran situaciones reales y que incluyeran actividades y comportamientos en lugar de conocimientos.

Del mismo modo, a principio de los años cincuenta, el ejército británico creó un programa llamado “Adventure Training” que incluía actividades y situaciones bajo una enorme presión, con el propósito de desarrollar en sus soldados el liderazgo y el trabajo en equipo. El ejército estaba muy implicado e interesado en formar líderes y equipos bien conjuntados  y eficientes, equipos más autónomos  y sobretodo, menos jerarquizados. Este tipo de actividades, sin duda, demostró ser muy eficaz para cumplir esos objetivos.

En definitiva, las Fuerzas Armadas han contribuido al desarrollo de tres áreas clave del “outdoor training”: en primer lugar, la utilización de la naturaleza o las tareas de exigencia física como medio para desarrollar equipos o a los individuos; en segundo lugar, el empleo de las tareas de resolución de problemas para evaluar el potencial de las habilidades de trabajo en equipo; y por último, el uso de los cursos de alto impacto que tanta popularidad han alcanzado en los últimos años.

Otras influencias

El gran avance hecho durante los últimos veinte años a nivel práctico en los estudios del comportamiento humano: comunicación, procesos de cambio, teorías sobre la dirección, cómo trabajan los equipos, creatividad, teorías de entrenamiento, etc., ha influido de forma notoria sobre el “outdoor training”. Debido al gran aumento en el número de herramientas y modelos disponibles, los entrenadores e instructores modernos han podido trabajar con problemas mucho más complejos y sutiles.

Otras influencias sobre esta metodología han sido: los programas de juventud (Boy Scout y Girl Guides); y los deportes al aire libre (alpinismo, navegación, buceo, orientación, etc.) y el correspondiente desarrollo y progreso de las técnicas y medidas de seguridad empleadas en éstos.

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