Está claro que la innovación está de moda. En cualquier medio de comunicación es fácil detectar esta tendencia no exclusiva para España, sino presente en todos los países que ya están en un momento en que vivir de la “mano de obra barata” ha dejado de ser una opción realista. Tenemos que innovar para diseñar nuestro futuro o, si queremos ser pesimistas, para sobrevivirle.
Toda esta campaña mediática me ha empujado a hablar con muchas personas (algo, por otro lado, a lo que dedico la mayor parte de mi día a día profesional), para encontrar la respuesta a lo que consideran los profesionales de diferentes ámbitos que es la INNOVACIÓN. Resulta curioso, y si queremos tirar de nuevo por el lado pesimista, un poco triste detectar que casi la totalidad de las personas asocia la innovación a todo aquello que es hoy o que en un futuro será tecnológicamente moderno. Los primeros conceptos que aparecen en la mente de muchos, por tanto, son los nuevos ordenadores, la convergencia tecnológica, los móviles de última generación, etc. etc.…
Un ingeniero y enamorado de las nuevas tecnologías, como yo, debería sentirse cómodo y quedarse satisfecho con esta respuesta. Este concepto de la INNOVACIÓN, reinante según parece en el mundo moderno, además, simplificaría mucho las cosas, ya que para tener garantizado el futuro de la sociedad o de los países, por tanto, bastaría con que los estados y las empresas privadas inviertan más en I+D y ya está. Si esto es tan fácil, la segunda pregunta es, ¿por qué entonces no se hace? ¿Por qué es tan difícil innovar y por qué la innovación necesita tantos incentivos, no sólo en España, sino en muchos países con una capacidad de inversión mucho mayor donde la INNOVACIÓN está en boca de todos y es foco de una constante preocupación?
Esto nos lleva a la conclusión de que INNOVAR no es tan sencillo! Según el diccionario de la Real Academia Española, la Innovación es: “la acción y efecto de innovar”, como también es la “Creación o modificación de un producto, y su introducción en el mercado”. Innovar, por tanto, es “mudar o alterar algo, introduciendo novedades”. ¿Será entonces que la Innovación no se refiere únicamente a la Tecnología? Yo creo que no.
Buscando una respuesta, llegamos a Wikipedia (www.wikipedia.org), la enciclopedia democrática de Internet, que nos dice que, entreotrascosas, “Innovación es la introducción de nuevas ideas, productos, servicios y prácticas con la intención de ser útiles para el incremento de la productividad…” y añade que “Un elemento esencial de la innovación es su aplicación exitosa de forma comercial”.
Llegamos a la conclusión, por tanto, de que la Innovación no se resume sólo en incrementar la inversión en I+D, aunque claramente esto es necesario y esencial para nuestro futuro, sino también en capacitar a los profesionales con el fin de que estos busquen continuamente una manera mejor de hacer su trabajo y, además, incrementar el beneficio social de lo que hacen. El esfuerzo por la innovación, en este sentido, no se debe llevar a cabo únicamente en los modernos laboratorios científicos de los organismos públicos y privados, sino que se debe trasladar al día a día de cada profesional, en la empresa y ámbito de actividad que sea.
Como profesionales, debemos buscar constantemente mejores procedimientos, mejores mecanismos, mejores productos, en fin mejores ideas. Entonces, ¿qué hacemos con las ideas? ¿Cómo conseguimos que las personas piensen más, que al final es de lo que se trata?”.
La responsabilidad del Líder para impulsar la innovación
Este es el punto en el que en escena entre el Liderazgo personal, político y empresarial, es decir, el liderazgo a todos los niveles. Sólo un liderazgo capaz de dar, y el verbo no es casual, a los trabajadores la “responsabilidad de pensar y añadir valor”, de brindarles la proactividad de no aceptar las cosas como son con la única razón de que siempre se han hecho así, sólo un liderazgo capaz de generar en su equipo la inquietud por hacer las cosas mejor y, además, de garantizar los medios para que el resultado de este trabajo sea introducido en el mercado, repercutiéndose en beneficios para la sociedad, es un liderazgo capaz de impulsar la innovación.
El Ciclo de Innovación – Implementación – Beneficio – Retribución es fundamental para la modernización de la sociedad y completar el mismo no se conseguirá únicamente destinando más recursos económicos o con la tecnología, que por supuesto seguirán siendo necesarias. Completar el ciclo de la innovación se podrá alcanzar a través de la capacidad de nuestros líderes políticos, sociales y empresariales en compartir con sus equipos y con la sociedad en general la responsabilidad sobre el cambio y la modernización. La innovación, de este modo, se puede conseguir a través del desarrollo de líderes capaces de hacer que los profesionales piensen más, garantizando los mecanismos para que sus ideas sean efectivamente utilizadas en beneficio de todos.
Las preguntas que plantea esta reflexión, son: ¿Qué cualidades deben tener estos líderes para que sean capaces de “liberar” esta energía innovadora que, estoy convencido, está dentro de cada persona? ¿Qué competencias clave debe tener un líder capaz de “gestionar la innovación” a todos los niveles de una empresa u organismo público? ¿Líderes como estos existen o hay que “fabricarlos”? ¿Cómo hacer que esta mentalidad se implante como algo inherente a nuestro día a día en el trabajo?
Las respuestas a estar preguntas, bien podrían ser tema de otro artículo…
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