Por suerte o por desgracia me tocó vivir en Moscú algunos de los años del mandato de Yeltsin y creo que ha sido uno de los grandes héroes de la transición, alguien muchas veces malentendido por occidente, pero muy identificado con el pueblo ruso.
Del estilo de poder de Yeltsin yo resaltaría algunos elementos clave:
Orientado a la acción
Todo el mandato de Yeltsin se caracterizó por “hacer lo que tiene que hacer”, aunque sea con gran riesgo de su propia vida. En agosto de 1991 se organiza un golpe en contra de la Unión Soviética, estando de vacaciones Gorbachev –el gran competidor de Yeltsin por el poder en los previos 15 años- y fue Yeltsin quien en gran parte paró el golpe y se subió al tanque delante de la Casa Blanca en Moscú. Posteriormente fue Yeltsin el que cogió el teléfono e hizo una llamada crítica para la Historia de Occidente. Yeltsin estaba reunido con otros Presidentes de las Repúblicas Soviéticas bajo el régimen de Gorbachev. Todos estaban en contra de la lenta marcha de la Perestroika y querían romper con la Unión Soviética (todavía hoy confundimos la historia rusa con la soviética, cuando ¡fueron los rusos quienes más sufrieron la dominación soviética!). Yeltsin llamó a Washington, evidentemente sin el conocimiento de Gorbachev para ver si los EEUU les apoyarían ante la rotura de la Unión Soviética. Y la Unión Soviética finalmente desapareció. Le podía haber costado fácilmente la vida.
Auténtico
Se podría llamar “populista”, pero todo en Rusia es bastante más complicado. Una persona del “aparato”, del politburó, pero que se comportaba como cualquier otro ruso, sin el obscurantismo propio de las personas del aparato. En Occidente lo veíamos como “borrachín”, cuando era apasionado, vital, honesto (sí, honesto, pero negociador) dispuesto a arriesgar, bebedor, como la gran mayoría de los rusos… En términos de teoría de liderazgo moderna lo definiríamos como “liderazgo auténtico”. Se comporta tal cómo es; tenemos una imagen acorde con la realidad; nos inspira confianza, predicibilidad, independientemente de su capacidad.
Estratega
Una de las acciones que más me llamó la atención de Yeltsin fue que, en cuanto asumió el poder creó una comisión interdisciplinaria para que trabajase durante un año sobre una pregunta muy simple. ¿Qué es Rusia? ¿Cuáles son los elementos comunes –en liderazgo hablamos de “commonalities”, lo que nos une, que definen a un país del tamaño y complejidad de Rusia? Finalmente no le pudieron dar la respuesta, pero sabía que muchas veces la clave, como dice Heifetz, es hacer las preguntas apropiadas, no dar las respuestas que se quieren escuchar. Todavía ningún político en España ha lanzado esa pregunta; ¿Qué es lo que une? ¿Cuáles son los elementos comunes que hay que desarrollar para la unión de España? ¿Es España simplemente la suma de sus regiones –un estado confederal- o hay elementos comunes diferenciadores – un estado federal/de las autonomías? ¿Qué queremos que sea España en 20 años? Yeltsin sentó las bases de una nueva política exterior rusa, basada no en un post o neo imperialismo sino en un entorno mundial multilateral en el que Rusia es un gran jugador; Putin –que es mucho más táctico que estratégico y con la ayuda de la mejora de la situación económica- simplemente mantiene esos planteamientos básicos.
Dejar el poder
Se podrá criticar mucho de muchas cosas de Yeltsin, pero fue capaz de desvincularse de su pasado, de decenas de años de lucha por el poder y en el poder y dejar el poder, el 31 de diciembre de 1999. Pocos gobernantes superan esa prueba. Abraham Lincoln decía que cualquier hombre puede enfrentarse la adversidad, pero que si quieres comprobar el carácter de un hombre, dale poder. Yeltsin demostró su carácter gestionando el poder y sabiéndolo dejar.
Aprendizaje en el cambio
Es difícil resaltar la importancia del aprendizaje en un entorno como la transición soviética, el país más grande del mundo que pasó de un régimen medieval con los zares a un régimen de soviets que eliminó la “memoria histórica” (la capacidad de saber cómo era el país antes del régimen soviético, de vislumbrar un régimen diferente). Yeltsin sabía afrontar problemas del presente usando nuevas aproximaciones, sin estar dominado por el pasado. No se dejó dominar por su pasado para gestionar el presente. Este es uno de los grandes paradigmas del liderazgo: las claves de tu éxito pasado son las semillas de tu futuro fracaso. Yeltsin afrontó la mayor reestructuración económica que uno se pueda imaginar. Años tras el inicio de la transición, Gaidar, su cerebro económico reconoció que se había equivocado en los tiempos; la intentaron hacer en 6 meses y tendrían que haberla hecho en 30 días, a fin de que no hubiese tiempo para la “acumulación de capitales” que conllevaría los grandes abusos económicos posteriores. Ello conllevaba que había que llevar al país más grande del mundo desde un régimen medieval y soviético a uno del Siglo XXI en 30 días.
Plan de sucesión
Otro ejemplo de “sabiduría”. No sólo dejó el poder, sino que preparó para que alguien le sucediera. Pocos presidentes de grandes corporaciones hacen esto bien. Yeltsin nombra sucesor a Putin, quien, nos guste o no nos guste –y con la gran ayuda de los precios del petróleo- ha hecho resurgir al pueblo ruso de sus cenizas. Burns, uno de los grandes teóricos del liderazgo moderno, en una reciente revisión del liderazgo de los presidentes americanos, define liderazgo como desarrollar líderes. Yeltsin dejó tras de sí un legado que le superó.
Hay mucho que criticar de la labor de Yeltsin. Como muchos dicen de Siberia, Rusia tiene infinitas posibilidades con infinitos problemas. Yeltsin afrontó muchos de ellos de forma directa y con diverso grado de éxito. Pero Yeltsin afrontó una nueva realidad histórica desvinculándose del pasado, dirigió la mayor transición política y económica del Siglo XX y dejó tras de sí un futuro mejor para su país. Yeltsin, un líder auténtico que ha dejado un futuro mejor para una gran nación.
Los comentarios están cerrados.