Todo lo que nos rodea nos refleja. De la misma manera que nuestra casa es un espejo de nuestra manera de ser y de vivir, también las personas que nos rodean, y la calidad y el tipo de relación que mantenemos con ellas, son el retrato más fiel que podemos obtener de nosotros mismos (y también de los demás). Pareja, familia, amigos…son importantes porque, a través de ellos, nos estamos definiendo continuamente. ¿Qué tipo de personas elegimos como compañeros de vida? ¿Nuestras relaciones con los demás tienden a ser fluidas o conflictivas, calculadas o espontáneas, estables o cambiantes, profundas o superficiales? ¿Tendemos a repetir los mismos errores con distintas personas? Las respuestas a estas preguntas pueden desvelarnos aspectos sorprendentes.
El tiempo, o más bien la certeza de su carácter limitado, nos vuelve selectivos. Paralelamente, nos hace cada vez más sensibles a los amores y desamores. Por eso merece la pena echar una mirada a quienes nos rodean, para decidir a quién y cómo deseamos entregar o seguir entregando nuestro corazón y nuestro tiempo, a quién recuperar del malentendido o del olvido, y a quién apartar de nuestra vida, por una elemental norma de higiene mental.
Respecto a todo esto hay dos cosas que he aprendido y que deseo compartir. La primera es un sabio consejo de un magnífico maestro y amigo: “El mejor control de calidad es rodearte de gente mejor que tú”. Aunque en su origen la idea se dirigía al mundo laboral, y en especial a la formación de equipos, también es un lema excelente para las relaciones personales, sobre todo cuando se trata de relaciones personales elegidas. La segunda es una obviedad que a menudo olvidamos: si somos sinceros, afectuosos, solidarios o amables con los demás, el efecto espejo nos devolverá casi siempre esa misma respuesta. Pero lo mismo sucederá en caso negativo.
Habrá cosas que sean más urgentes, pero seguramente ninguna sea tan esencial y tan generadora de felicidad como la de llegar a ser conscientes de a quiénes queremos, y de cuánto y cómo les queremos, para empezar a actuar en consecuencia.
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