Lo mismo que hablamos de que una persona es Atípica –no típica-, o que alguien es Amoral –sin moral- o que la situación fue Anormal –fuera de lo normal- y que una cosa es Atemporal – sin tiempo – yo llevo años diciendo que existe la figura del ALIDER, que es el líder que, sin tener las características necesarias para ello, se ve obligado a serlo.
Supongo que muchos lectores discreparán de mi definición –están en su constitucional derecho- pero me gusta más utilizar dicha expresión que la manida y trillada de “antilíder” la cual, en mi modesta opinión, no refleja lo que creo que supone tener que ejercer determinadas funciones para las que, ni se está preparado, ni se tienen las competencias adecuadas.
Que la sociedad está llena de Alíderes es algo que no resulta difícil de imaginar ya que, muchos, están donde están por distintos factores, en bastantes casos, totalmente ajenos a las capacidades de cada uno. Sin ir más lejos, y muy a mi futbolístico pesar dados mis blancos colores, el actual presidente del Real Madrid podría ser un claro ejemplo de lo que yo entiendo por Alíder.
Estar en el sitio adecuado en el momento oportuno, no es condición suficiente para poder dirigir empresas, liderar grupos o administrar el patrimonio que los accionistas ponen en las manos de los directivos. Liderar es mucho más que ordenar, dirigir o imponer lo que se tiene que hacer.
Liderar es rodearte de líderes. De personas que son capaces de transmitir lo mismo que su referente sueña, que creen que lo que están haciendo es algo más importante que pensar sólo en el salario que nos pagan y con el que podemos pagar la hipoteca o llegar a fin de mes. Es mucho más.
Es saber transmitir los valores, las ideas, la filosofía, la misión para la cual la empresa ha sido creada. Poder implantar e implementar un plan estratégico que nos permite saber donde estamos y hacia donde vamos. Y todo ello, impulsando, animando, abriendo el camino para que, no lo olvidemos, las personas seamos capaces de alcanzar las metas en las que, como auténticos líderes, creemos y por las que luchamos.
Claros ejemplos tenemos todos de cómo grandes segundos, buenos subalternos, eficaces lugartenientes, cuando se ven en la obligación de asumir el mando, de liderar y coger las riendas para mantener la empresa en donde su líder natural la ha puesto, ni saben, ni pueden, ni tienen las competencias adecuadas para ello. Como el segundón se convierte en un Alíder. Y no insisto con el futbolístico ejemplo, ya que supongo que los despiertos lectores habrán deducido una clara muestra en él.
Por todo ello, creo que en la gestión empresarial, lo que los cursis entienden por management, se debería hablar del Alíder como un claro ejemplo de lo que no debe de ser el guía, el referente, de los destinos de cualquier compañía.
Y recuerden, para mí, líder es aquel que se rodea de líderes.
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