Nueva cabecera, revista desconocida.
Con acuerdo mercantil de por medio, los nuevos “propietarios” comenzaron su andadura, creo recordar que con el número de septiembre de 2.005. La revista cambió de formato, espíritu y línea editorial, se abarataron costes, se creó un nuevo consejo editorial, se llenó de cocineros, deportistas, gurús, oportunistas y demás fauna del liderazgo, aquellos que, si hubieran entrado en la primera etapa, hubieran acabado con el mencionado y necesario equilibrio editorial.
El consejo editorial, formado principalmente por escuelas de negocios y representantes de empresas privadas de consultoría y liderazgo, más que aportar al enriquecimiento de la parte editorial, razón de ser de su existencia y de su denominación, recibió promoción gratuita durante todo el tiempo que duró su participación.
Más que la revista de liderazgo que debía ser Executive Excellence, dicho consejo la hizo asemejarse a cualquier revista corporativa de las que suelen tener las propias escuelas, con contenidos creados por y para alumnos – actuales, antiguos y potenciales- de las mismas, con un contenido de auto bombo bastante importante; no había más que ver la agenda de la última página.
Era curioso comprobar como las empresas participantes gastaban / invertían importantes cantidades de dinero en publicidad en otros medios escritos y poco aportaron también en esta faceta a la revista. Obviamente no tenían obligación, pero de bien nacidos es ser agradecidos. Un consejo editorial está para servir, no para servirse. Y si también quiere servirse, que sea con equidad.
Fin de la distribución
En enero se distribuyó el último número de la revista con Cinco Días. Esta circunstancia seguramente signifique el fin de la revista. Los altos costes de imprenta y la casi segura ausencia de suscriptores habrán provocado la desaparición de la misma.
De todas formas, este fin de la distribución no es lo que ha provocado los males de la publicación. Simplemente es una de las consecuencias.
El inicio del fin, del que, reconozco, soy principal responsable, está en la mala elección de aquellos que venían a sustituirme, por diversas razones:
– Porque no supieron aprovechar el producto.
– Porque lo transformaron sin respetar su esencia.
– Porque despreciaron las opiniones de aquellos que querían ayudar.
– Porque aceptaron las opiniones de aquellos que vinieron a servirse.
– Porque, con los cambios, expulsaron a lectores fieles.
– Porque no cumplieron con sus compromisos mercantiles ni con los pagos pactados, actuando en todo momento con malicia.
Quizá esto último sea lo menos importante, de hecho ya se interpuso la correspondiente demanda en defensa de los derechos quebrantados y para el cumplimiento de las obligaciones incumplidas.
Lo más grave de todo es que han dejado al panorama editorial español huérfano de la principal referencia de liderazgo que existía hasta la fecha, aunque ese ocaso empezó con aquel número de septiembre de 2.005.
Un amigo me decía que líder es aquel que se rodea de líderes. Mal ejemplo estoy hecho, llevaba una revista de liderazgo y no supe rodearme de líderes. Y ellos tampoco.
Agradezco a RRHH Digital la oportunidad de responder a todos aquellos que me preguntaron, entonces, por qué cedimos la dirección de Executive a quienes se ocuparon de desprestigiarla y hundirla. Si lo hubiera sabido no habría actuado así; los cantos de sirena fueron muy sugestivos. Y agradezco la oportunidad que me brinda esta publicación para responder a aquellos que preguntan ahora qué va a pasar con la revista; desgraciadamente no lo sé. Yo también me considero perjudicado, un huérfano más.
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