Hace años tuve oportunidad de traer a España la publicación de liderazgo norteamericana EXECUTIVE EXCELLENCE. Esta publicación era y sigue siendo la principal referencia editorial del mundo del liderazgo, aunque en EE.UU., en la actualidad, se llama Leadership Excellence.
Los inicios no fueron fáciles; eso del liderazgo no estaba muy de moda, nos quedaban algo lejos, también en esto, los Estados Unidos de América. A pesar de ello, apostamos por el talento nacional; importábamos los contenidos de la edición americana y le dábamos un toque nacional con colaboraciones de autores españoles, muchos de ellos desconocidos pero con mucho que decir.
Lo que en principio era una revista muy especializada y de tirada muy limitada, distribuida únicamente por suscripción directa a un reducido número de entendidos, se convirtió en una publicación de gran distribución gracias al periódico económico Cinco Días. El primer sábado de cada mes, los lectores de Cinco Días podían encontrar con su ejemplar las últimas tendencias y referencias de liderazgo, con un reparto equitativo de artículos de grandes maestros y de jóvenes talentos, de aquí y de allí.
Coaching, comportamiento directivo, marketing, recursos humanos, liderazgo, management, etc. Había donde elegir; si no te gustaba un contenido siempre podías pasar al siguiente, y en cada número encontrabas ese artículo por el que había merecido la pena comprar el diario.
Cantos de sirena
Executive Excellence tuvo buenos momentos. Con el tiempo y la distribución nacional se fue haciendo más conocida, más accesible a lectores que antes sólo sabían de liderazgo de oídas. Las propuestas de colaboración editorial se fueron sucediendo, cada vez más gente nos proponía su participación con todo tipo de artículos, y supimos hacer oídos sordos a todos aquellos que simplemente buscaban colaboraciones para engrandecer sus egos y beneficios personales.
Los cantos de sirena y las promesas llegaron a nosotros, pero supimos mantener el equilibrio y la independencia de la publicación, sin dar protagonismo a esos aprovechados buscadores de su propio beneficio. Prometían el oro y el moro, proponían colaboraciones permanentes, nuevas secciones, nuevos contenidos… para engrandecer su propia imagen, para decirles a sus clientes “….aquí salgo yo, mira que bueno soy, cómprame”. Y luego, si te he visto no me acuerdo. Ya me has hecho grande, es todo lo que quería.
Cambios de rumbo
El tiempo y las vicisitudes habituales del mundo editorial hicieron que me replanteara la idea de negocio. Eso que tantas veces había leído en mi propia publicación parecía que estaba llamando a mi puerta.
Había conseguido una revista atractiva, que seguía la línea editorial y el espíritu de la edición americana y con autonomía suficiente para incorporar contenidos nacionales de interés. Ken Shelton, creador y editor, estaba satisfecho.
Sin embargo, mis múltiples ocupaciones me aconsejaban ceder los trastos. Hacer muchas cosas a la vez, si no tienes tiempo material para hacerlas, tiene el riesgo de hacerlas todas mal, algo que me preocupaba de manera importante. Hice caso a un artículo sobre cómo organizar tu tiempo diario y busqué alternativas.
“Conseguí” a alguien que se hiciera cargo de todo, contenidos, gestión publicitaria, imprenta… y me reservé de manera testimonial un hueco en la revista, para no perder del todo mi relación con mi “juguete”.
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