No se trata de ser agorero, pero se veía venir. Lo de Delphi no es la gota que colma el vaso, es el inicio de lo que podría convertirse en tónica habitual en el sector automoción, principalmente, y en otros sectores. En unos casos, porque se tensa demasiado la cuerda desde el lado sindical; en otros, porque la pujanza de los mercados de trabajo asiáticos es demasiado atrayente para el beneficio empresarial.
Ya en mayo del año pasado CC.OO. anunciaba del cierre de la factoría Delphi en Puerto Real http://www.rrhhdigital.es/noticia_ampliada.asp?id=11230; ¿Por qué todo este revuelo ahora? La Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, afirmó esta semana pasada, como un anuncio de que poco se va a poder hacer, que "no siempre es fácil conjugar libertad de empresa y derechos de los trabajadores”, pero que apoyarán en todo a estos.
Teniendo claro que esto iba a suceder, y que la libertad de empresa a la que se refiere Fernández de la Vega hace inevitable que Delphi se marche de Puerto Real –y ya veremos si de España-, se debería haber comenzado a trabajar desde haces meses por reconvertir esos puestos de trabajo, algo muy complicado por la propia situación del mercado de trabajo en aquella zona. Al final será el dinero público el que sufragará en lo posible las desgracias de los 1.500 trabajadores y familias que se van a quedar en la calle. Mal asunto.
Lo que si se puede hacer es pedir a los responsables políticos que se dejen de lamentaciones, declaraciones de intenciones y de apoyos vacíos y que comiencen a trabajar en favor de los damnificados, que tenga previsto que se van a producir más cierres de esta magnitud y que exijan a Delphi la devolución de las ayudas económicas que hayan podido recibir del erario público. Si empiezan por ahí podemos ser muy optimistas.
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