Hablamos mucho de los cambios en la empresa, y es que no pocos trabajadores llegados a la cincuentena hemos vivido algunos importantes y aun concurrentes: el trabajo por objetivos, la informatización, los equipos, la internacionalización, los viajes, los métodos de comunicación, el empowerment, los recortes de plantilla, la reingeniería, los sistemas de calidad, el e-learning, el PC en la mesa, Internet, la avalancha de información…; hemos tenido que ir adaptándonos a todos ellos. Pero también se vivieron grandes cambios en el pasado.
Diríase, en efecto, que nos ha tocado vivir una época de grandes cambios, y eso no parece discutible; pero el hecho es que los trabajadores de hace cien años —nuestros bisabuelos— también vivían grandes novedades en su entorno. Luego podemos reflexionar con el lector sobre los cambios sociolaborales más impactantes en lo cotidiano de estos días nuestros del año 2005, pero fijémonos ahora, precisamente y de modo simultáneo, en algunos detalles de los escenarios neoseculares del XX y el XXI… En seguida convendremos en que se asistía igualmente a grandes cambios hace unos cien años; pero también advertiremos, al formularlos, un cierto paralelismo de signo cambiante. Unas tendencias parecen sostenerse cien años después, y otras parecen manifestarse en sentido contrario.
En dos tiempos
En torno a 1900, el desarrollo del telégrafo, el teléfono y el ferrocarril reducía las distancias. En torno a 2000, el desarrollo de los medios de transporte y comunicación parece contribuir a eliminar barreras y distancias: es la globalización.
En torno a 1900, nuevas oportunidades de negocio impulsaban la iniciativa empresarial.En torno a 2000, nuevas oportunidades de negocio, a veces on line, impulsan la iniciativa empresarial…, con desiguales resultados.
En torno a 1900, la competencia se intensificaba.En torno a 2000, la competencia se sigue intensificando.
En torno a 1900, la economía de escala alentaba la fusión de empresas.En torno a 2000, la economía de escala parece perder consistencia en algunas industrias: ya no es tanto que el pez grande se coma al chico, como que el rápido desarme al lento.
En torno a 1900, los jóvenes empezaban a buscar trabajo como empleados. En torno a 2000, se alienta e impulsa la iniciativa emprendedora entre los jóvenes.
En torno a 1900, aparecían los directivos asalariados: unos empleados contratados para dirigir.En torno a 2000, los ejecutivos asalariados son objeto de sospecha: algunos altos ejecutivos se enriquecen desmesuradamente, mientras sus empresas se devalúan.
En torno a 1900, la organización y los métodos suponían un reto para cada gran empresa.En torno a 2000, la organización y los métodos suponen un reto de innovación para cada gran empresa.
En torno a 1900, se desarrollaba la burocracia en las grandes organizaciones emergentes. En torno a 2000, algunas burocracias resultan asfixiantes, e incluso las hay que parecen disuasorias; pero las empresas intentan agilizarla.
En torno a 1900, se consolidaba el concepto de “obrero”. En torno a 2000, parece avanzarse en el concepto de “trabajador del conocimiento”.
En torno a 1900, los trabajadores españoles migrábamos a las ciudades, y luego incluso a otros países. En torno a 2000, los españoles recibimos inmigrantes de muy distintos países, y su integración no resulta siempre plena.
En torno a 1900, se formalizaban las iniciativas de formación en la empresa. En torno a 2000 se consolida el concepto de aprendizaje permanente, y se va trasladando el protagonismo al individuo.
En torno a 1900, se organizan los primeros congresos de gestión empresarial. En torno a 2000 hay congresos todos los días, y algunas intervenciones lo son por videoconferencia.
En torno a 1900, se levantaron los primeros headquarters. En torno a 2000, la Dirección se descentraliza y distribuye: llega el empowerment.
En torno a 1900, había elevadas cotas de analfabetismo que reducir en todo el mundo. En torno a 2000 se aborda el analfabetismo informático, y se empieza a pensar en el informacional.
En torno a 1900, surgieron las primeras escuelas de negocios en EEUU (HBS en 1908).En torno a 2000, parece consolidarse el negocio de las escuelas en todo el mundo.
En torno a 1900, la industria se desarrolla rápidamente. En torno a 2000, vivimos el constante declive industrial y muerte súbita de algunas industrias.
En torno a 1900, la industria crea muchos puestos de trabajo. En torno a 2000, todavía continúan los despidos masivos iniciados décadas atrás en grandes empresas.
En torno a 1900, las materias primas constituyen el foco de riqueza. En torno a 2000, la materia prima es, en muy buena medida, la propia información: se va consolidando la Sociedad de la Información.
El lector podría completar esta lista, pero sólo pretendíamos insistir en que los cambios no son exclusivos de nuestros días, aunque puedan ciertamente precipitarse en algunos momentos de la historia. Enfoquémonos ahora sobre los cambios a que estamos asistiendo en nuestra propia trayectoria laboral de ciudadanos del siglo XXI. Hemos concluido la relación haciendo referencia a la información, que sin duda parece una herramienta habitual de trabajo para todos, cuando no una sólida materia prima. En esta Sociedad de la Información de nuestros días, muchos de nosotros nos vamos identificando ya con la idea de “trabajador del conocimiento” formulada por Peter Drucker; para muchos la información, más que una herramienta, parece ciertamente una materia prima.
Por centrarnos sólo ahora en nuestro desempeño cotidiano, muchos tenemos un ordenador en la mesa, a menudo conectado a Internet. Asistimos a la revolución informática décadas atrás, y asistimos ahora, por medio de Internet, a la revolución de la información. Lo dice también Peter Drucker: si lo más revolucionario de la revolución industrial no fue tanto la máquina de vapor como el ferrocarril o el teléfono, lo más revolucionario de la revolución informática no ha sido tanto el ordenador como Internet y todo lo que ha traído: montones de información.
La información: el gran cambio de hoy
Si de hace cien años nos queda la imagen del trabajador manual, recordemos que fue hace más de 40 años cuando el ya citado profeta del management acuñó la expresión “knowledge worker” para referirse a trabajadores que manejan la información continuamente y toman las mejores decisiones. Empero, todavía hoy este concepto de trabajador del nuevo siglo parece apuntar al futuro, como si el siglo XXI estuviera todavía por llegar. Aunque aceptemos que muchos de nosotros tenemos que completar nuestro perfil profesional como nuevos “knowledge workers”, se diría que el progreso es lento y que no siempre tomamos las decisiones a que nos habría conducido un mayor grado de conocimiento, derivado de un acceso proactivo a información más completa e idónea.
Entendemos el conocimiento como capacidad de actuar, es decir, de tomar las mejores decisiones; pero el hecho es que la demanda de conocimientos parece crecer a menudo más deprisa que el aprendizaje, y también más deprisa que los esfuerzos de organización del saber (gestión del conocimiento) en las empresas. Insistamos en que, para los denominados “trabajadores del conocimiento”, la información es la materia prima esencial: para directivos, ingenieros, investigadores, arquitectos, periodistas, economistas, médicos, psicólogos, tecnólogos, consultores, docentes, abogados, enfermeras, gestores, sociólogos, farmacéuticos, políticos…
Todos estos profesionales, y muchos otros, viven de manera especial el aprendizaje continuo; a menudo deben actuar pidiendo también ayuda a su imaginación, a su intuición y, sobre todo, deben hacer cotidiano uso de especiales destrezas informacionales. Habiendo dejado el aprendizaje de ser una actividad casi pasiva (escuchar al docente) para empezar a exigir una permanente actitud proactiva, el individuo precisa ahora de nuevas y específicas competencias informacionales; precisa, entre otras capacidades, la capacidad de aprender por sí mismo a partir de la información disponible (no siempre muy didáctica, ni muy rigurosa, ni muy a mano).
De modo que, entre los muchos cambios a que estamos asistiendo en los últimos años, cabe destacar la necesidad de aprender continuamente, y, en sintonía con esto, la necesidad de “aprender a aprender”, de modo proactivo. De esto ya habrá oído hablar el lector, pero querría moverles a la reflexión sobre el hecho de que, a veces, son los propios conocimientos ya almacenados los que impiden la llegada de otros de nueva vigencia; no olvidemos tampoco el “aprender a desaprender”, que tendría algo que ver, quizá, con la flexibilidad, la amplitud de miras, el pensamiento reflexivo, el autoconocimiento y autocuestionamiento, la catálisis de los cambios…
Mensaje final
Me pareció útil comparar el panorama de los cambios en momentos que coincidían con el cambio de siglo, porque, ya en la escena finisecular de años atrás, se produjeron muchos intentos de relacionar aquéllos —los cambios— con el calendario. Incluso se habló de la llegada del “tercer” milenio (como si no hubiera pasado nada antes de Cristo…), enfatizando o dramatizando quizá más los cambios emergentes.
Pero nuestra vida es corta, y no llegaremos al siguiente milenio ni siglo; bastaría con que hoy (2006) viéramos con alguna claridad el panorama de 2015, ó 2010, o simplemente 2008. Tras este modesto intento de tomar impulso en el tiempo, les propongo que pongan a prueba su visión de futuro. Hagan sus propias reflexiones, y aun cuestionen esta pequeña dosis de información fruto de mi modesta observación; pero aprovechen la energía cinética para hacer ejercicios de “reflective time shifting”, a su propio pasado y futuro. ¿Qué exigencias de aprendizaje y desarrollo se harán visibles en 2010? ¿Eran ustedes conscientes de su propia situación actual hace apenas 5 ó 10 años? ¿Cómo viven los cambios?
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