Muchas veces se ha hablado, escrito y debatido sobre la importancia de la función de recursos humanos en las empresas. Páginas enteras se han llenado sobre esta eterna discusión, principalmente por los propios profesionales de RRHH y entre ellos mismos.
Si consultáramos a la dirección general de las empresas su opinión sobre recursos humanos, nos encontraríamos con adjetivos del estilo de importante, fundamental, prioritario, estratégico, imprescindible, etc. para describir cómo ven estos directivos generales a la propia función encargada de gestionar las personas de la organización.
Si preguntáramos al resto de áreas de la empresa, finanzas, comercial, servicios generales, informática, etc. coincidirían en que es igual de importante que el resto, sin sobresalir ninguna en concreto, que ya es algo.
Si atendemos a la cantidad y calidad de publicaciones sobre recursos humanos existentes en el mercado, también podríamos deducir la importancia que tienen estos en la globalidad empresarial española.
Si analizamos los eventos que se van realizando en esta materia, ferias, mesas redondas, desayunos de trabajo, premios, etc. seguimos observando lo importantes que son los recursos humanos en nuestra vida profesional cotidiana.
Hasta que, una vez alcanzado el paraíso de los RRHH, algo nos hace despertar de nuestro sueño y nos vuelve a poner los pies en la tierra, y vuelve a dejar a los recursos humanos en el lugar en el que realmente están: muy por debajo del resto de áreas.
Esta semana pasada, el jueves, publicábamos la noticia de que los directores de RRHH eran los peor retribuidos en las empresas, independientemente del tamaño de estas (http://www.rrhhdigital.es/noticia_ampliada.asp?id=15359). Eso sí, en las empresas pequeñas las diferencias salariales eran menores. Esta deducción se obtenía después de analizar el estudio de retribuciones realizado por la consultora ICSA Recursos Humanos con la colaboración de Laboris.net.
¿Y qué quiere decir esto? Que por mucho que nos empeñemos en lo contrario, recursos humanos sigue y seguirá siendo el patito feo de la empresa española. Y que la culpa de todo esto la siguen teniendo los mismos, los propios directivos y profesionales de recursos humanos. Unos, por defecto, porque se sienten acomplejados, y con ese complejo sitúan a la propia función de RRHH en inferioridad con respecto a las demás áreas. Otros, por exceso, porque su excesivo endiosamiento, el querer ser más que nadie, provoca que la propia dirección general y el resto de áreas releguen al profesional de turno, al dios, a los últimos puestos de la fila.
Por suerte, hay un término medio, aquellos profesionales contrastados que no se creen dioses, que no se les trata como tales –no suelen ser conocidos del gran público- y que son conscientes de que se encuentran inmersos en una carrera de fondo para lograr el reconocimiento que la función de RRHH merece. Estos podrán tener como aliados a los que todavía se sienten acomplejados, en situación de inferioridad, que suelen ser profesionales jóvenes; y tendrán como enemigos a las vacas sagradas de los recursos humanos, a los ya consagrados, a los dioses, a los que conocemos todos.
Tarea difícil la que tienen por delante, pero no imposible: mentalizar, apoyar y formar a unos e ir jubilando a los otros, y tomar el mando. Para esta tarea hace falta tener mucha vocación, no sé si también una porción de masoquismo, es posible. Lo que es seguro, por lo menos para mi, es que esta nueva hornada de profesionales de recursos humanos (los del término medio), llamada a sustituir a las vacas sagradas, conseguirá que la función, entre otras cosas, tenga el reconocimiento que debe tener y pase a ocupar las primeras posiciones del ranking, empezando por lo salarial.
Costará, pero lo conseguirán.
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