Desde que tengo uso de razón laboral he sido consciente de que hay meses del año en los que trabajar es una tarea complicada. Uno de estos meses es diciembre. Acabamos de dejar atrás el macropuente de la Constitución y se vuelve a hacer presente ese halo de improductividad que siempre ha rodeado al último mes del año. Y todavía queda la Navidad. Ni julio ni agosto son meses tan improductivos como este.
Los acuerdos para 2.007 se han venido preparando y negociando desde los meses de septiembre, octubre y noviembre, en la mayoría de los casos. Los presupuestos ya se han cerrado meses atrás. Si algún cliente no ha pagado, te puedes olvidar hasta mediados de enero; si algún proveedor no ha cobrado, se puede olvidar hasta mediados de enero.
Tan es así que todos los años hay voces discordantes con nuestro sistema de unir fiestas para construir grandes e improductivos puentes. Estos días hemos publicado que tanto la Generalitat de Cataluña como la Xunta de Galicia han formulado iniciativas para que no se pierdan tantas horas de trabajo por culpa de este encadenamiento de jornadas festivas, porque está muy bien descansar, pero también lo está producir para poder cobrar las nóminas a final de mes. Aunque también encontramos excepciones que confirman la regla, como la de SEAT, que para la producción toda la semana del puente para reducir stock.
Algunos dirán que España tiene menos festivos que otros países europeos –creo que también hemos publicado esta información-; aún así, la forma de trabajar y la mentalidad laboral de esos países que nos superan en días de descanso los hacer ser más productivos que nosotros mismos. También dicen los estudios que las jornadas laborales de los españoles son de las más largas de Europa; en este punto habría que distinguir entre jornada laboral, la efectivamente trabajada, y jornada en la oficina, la de trabajo + charla + café + pitillo + etc. Nuestra jornada en la oficina sí que podría ser, con seguridad, la más larga de Europa.
Por todo ello, sería positivo reconsiderar para años venideros nuestra manera de plantear los puentes y las jornadas festivas, para evitar que nuestra productividad se vea mermada, para que los empresarios sigan creando riqueza y empleo y para que todos conservemos nuestro puesto de trabajo por muchos años. Y en ello deben estar, además de las organizaciones empresariales, las administraciones públicas, los sindicatos y los propios trabajadores. Suena a utopía.
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