Con motivo de la celebración de las jornadas de gestión de RRHH en el sector público – 23 y 24 de noviembre -, concretamente en relación con una de las ponencias que allí se van a desarrollar, me asalta la duda sobre si sería posible someter a un funcionario público a un proceso de coaching, sobre si sería posible “coachear” a un funcionario, en general.
Reconozco que, a pesar de dedicarme desde hace unos cuantos años a esto de los recursos humanos, hay determinadas “disciplinas” dentro de este mundo que me provocan escepticismo, dudas, preguntas…. Y una de ellas es el coaching. No significa esto que dude de la eficacia del coaching como herramienta de mejora personal y profesional, sino que, en mi caso, comprendo mejor los beneficios de una herramienta de selección de personal, por ejemplo, que los derivados de un coaching, y soy más capaz de entender las virtudes de un nuevo método de formación para directivos, por poner otro ejemplo, que de adivinar esas mismas virtudes en un sistema de mejora laboral basado en el coaching. Quizá todas estas dudas se despejarían sometiéndome yo mismo a ese coaching, algo que acabaré haciendo con el tiempo.
Planteado esto, y rizando aún más el rizo, puede ser que toda esa incertidumbre acerca del coaching desapareciera en mí si hubiera posibilidad de que, puestos a pedir, un coach profesional cogiera a ese funcionario de ventanilla que nos mira mal –o ni nos mira- al preguntarle sobre un impreso, nos sellara con desgana el papel que le presentamos, nos enviara con mala educación a otra ventanilla, etc., le sometiera a un coaching durante el tiempo que fuera necesario, y nos devolviera un funcionario agradable, educado y efectivo.
Porque creo que un trabajador “privado” es normal que tenga ganas de mejorar, pero no lo tengo tan claro en el caso de la administración pública. Podría ser esta la demostración de que el coaching es una herramienta efectiva de mejora, si se aplicara en el funcionario público y consiguiera mejorar a este en el desempeño de su trabajo, es decir, conseguir rentabilizar lo público en todas sus facetas.
Pues bien, el 23 de noviembre tendré la posibilidad de aclarar algunas de mis dudas. Una profesional del coaching, además de funcionaria pública, nos explicará si es posible “coachear” al funcionario público, si es útil, rentable y aconsejable. No sé lo que nos dirá, quizá que sólo sea una herramienta dirigida al profesional de la empresa privada, quizá que debería intentarse su aplicación en la empresa pública. En este caso, a qué nivel, para qué funciones, en qué administraciones.
En cualquier caso, independientemente de la conclusión que podamos sacar, no siempre se tiene la oportunidad de poder escuchar, en esta materia, a una coach profesional y personal que es, además, funcionaria pública. O viceversa.
No se la pierdan
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