Dime qué estudias y te diré dónde buscar trabajo, podría ser una adaptación de un conocido aforismo popular.
Si hacemos un poco de historia comprobaremos cómo pasamos de una época en la que tener estudios superiores era prácticamente garantía de colocación a otra en la que licenciarse o doctorarse era casi retrasar el ineludible desempleo.
Entonces, ¿qué debo hacer para encontrar trabajo? ¿qué he de estudiar?
En muchas ocasiones, nuestras aspiraciones profesionales se ven truncadas por la falta de una buena preparación, no solo teórica sino también práctica, o porque en su momento nadie ha sabido orientarnos sobre las mejores opciones que nos ofrece el mercado laboral de acuerdo con nuestras aptitudes o capacidades.
Las empresas de formación abierta y a distancia son, en este sentido, una de las mejores opciones, pero hay que saber elegir bien. Una buena empresa de formación ha de estar muy pegada a la realidad que demanda el mercado, disponer de una adecuada oferta formativa y, lo que aún es más importante, de un departamento de empresas que facilite la búsqueda y la inserción en el mercado laboral de los alumnos.
Así la conexión entre formación y mercado laboral es una realidad más que un desideratum.
Desde esta experiencia en los niveles de formación elementales y medio, sustentada sobre la formación y la capacitación profesional con enseñanzas no regladas, cabe decir que todavía hay una marcada diferenciación en lo laboral condicionada por el sexo.
Las mujeres encuentran más opciones laborales reales en el área sociosanitaria –sobre todo educación infantil y enfermería–hasta los 35-37 años y, a partir de esa edad, en atención a personas mayores -geriatría y ayuda a domicilio.
En Master-D el 62,3 % y el 94,7%, respectivamente, de las mujeres que se preparan con nosotros acceden al mercado laboral en el primer mes una vez terminado su proceso de formación y entrenamiento.
Por otro lado, el 96,4% de los varones que optan por una capacitación profesional manual o técnica, sin que aparezca ningún sesgo por razones de edad, acceden al mercado laboral cuando han finalizado su proceso de formación. En este sentido, sobresalen las opciones laborales que tienen las personas que se han cualificado en soldadura y carretilleros y logística de almacén.
También la informática y las agencias de viajes ofrecen una salida laboral prácticamente inmediata, del mismo modo que los estudios relacionados con las energías renovables.
En todo caso, el acceso al mercado laboral no viene condicionado solo por la capacitación técnica o profesional. Cada vez más, las empresas buscan que el perfil de sus empleados tenga, además de esta aptitud, otras actitudes entre las que destaca la proactividad, la capacidad de adaptación, el deseo de mejora… una disposición, en suma, a la que en el momento de la preparación también hay que prestarle una atención destacada; estas actitudes, al final, suponen el elemento diferencial entre los candidatos a un puesto de trabajo.
Así, para buscar un trabajo hace falta:
• Capacitación profesional. Aptitud.
• Conocimiento de lo que el mercado laboral precisa en cada momento. (Es interesante contar con profesionales que tengan un buen ‘observatorio del empelo’).
• Una actitud positiva, proactiva, con capacidad de adaptación y asimilación del cambio. Voluntad de formación permanente y actualización profesional.
• Carácter competitivo, de voluntad de desarrollo y promoción profesional y personal.
• Una buena técnica activa de búsqueda de empleo.
Y permítanme una maldad, en el caso de que esta guía no nos funcione, siempre quedará el recurso de intentar optar a la función pública… y lo dice un funcionario en excedencia.
Los comentarios están cerrados.