En el colegio me enseñaron que para poder comparar dos medidas, debía previamente convertirlas a la misma unidad. De aquí, que resulte especialmente complicado comparar dos deportes tan dispares como son el fútbol y el baloncesto sin dar previamente con lo que comparten.
Se ha escrito mucho al respecto y casi siempre apelando al sentimiento de equipo para justificar el éxito del baloncesto español. Y si bien es correcto resaltar esa sólida estructura que han construido los 12 jugadores con sus entrenadores, no es menos cierto que han existido otros factores que también son dignos de ser tenidos en cuenta. A continuación voy a intentar desgranar uno a uno esos otros factores:
– Equipo: Por supuesto. Si hay un deporte en el que una buena cohesión es importante, es éste. El balón pasa por todos los jugadores antes de terminar en la cesta contraria. Los fallos de unos son compensados con los rebotes de otros. Las transiciones rápidas requieren movimientos de conjunto coordinados. Pero más allá de la conjunción en el campo, este equipo nos ha demostrado lo importante de estar unidos fuera de él. A todas luces se han convertido en un grupo de amiguetes que comparten los buenos momentos fuera y dentro de la cancha. Todo ello, aparentemente, sin envidias, celos, reproches o rencillas personales.
– Motivación: Qué importante tener ganas de ganar. Y usted se preguntará, “pero ganas de ganar las tienen todos”. No, no es cierto. Tener ganas de ganar es salir al campo convencido de que vas a jugar mejor que el otro. Sin medias tintas. Sin justificaciones previas. No basta con verbalizarlo, es una actitud, un empuje, unas ganas de luchar que se manifiestan en cada movimiento. Esa es la motivación en el deporte. Es lo que marca la diferencia entre un buen partido y un excelente partido.
– Experiencia de éxito: Los psicólogos del deporte lo usan mucho. Se trata de ayudar al deportista a que visualice el éxito. Que se vea saltando más, corriendo más deprisa, yendo el primero o simplemente por delante en el marcador. Esto, que está muy relacionado con el denominado “Efecto Rosenthal o Pigmalion” tiene aun mayor efectividad cuando ese éxito ha ocurrido de verdad. Y éste es el caso de nuestros jugadores de baloncesto. Muchos de ellos ya habían sido campeones del mundo o campeones de liga con sus respectivos equipos. El hecho de haber contado con esa experiencia previa, ayuda sobre manera a creerse que se es capaz.
– Liderazgo: Qué importante es tener un líder dentro y fuera de la cancha. El equipo español contaba con dos líderes claros, uno fuera, muy respetado que era el entrenador, Pepu Hernández, y otro en la cancha muy admirado, Pau Gasol. Recuerden cómo cuando se jugó la final, Pau estaba sentado en el banquillo, con su camiseta del equipo, aun sabiendo que no iba a jugar. Era la referencia para el resto del equipo.
– Visión de juego: Tener la capacidad de entender el terreno en el que te mueves. A quién tienes delante y en qué momento te encuentras, permite al jugador modular sus fuerzas e intenciones para lograr una mayor sintonía. En el partido final, la selección supo ajustarse al momento que vivían como un guante a una mano. Supieron dosificar sus fuerzas, pero sobre todo, entendieron a quién tenían delante, quién era su oponente, y así actuaron.
– Buena gestión del equipo: En este caso la figura del entrenador es crucial. Hasta el punto que siempre que un equipo pierde, quien es despedido es el entrenador y no el jugador. El entrenador, en este caso, no marca los objetivos del equipo que quedan claros en la esencia del deporte: ganar. Lo que hace el entrenador es marcar el camino que se va a seguir para llegar allí, e ir regulando los posibles desajustes o imprevistos que vayan surgiendo durante la travesía. El entrenador aporta sobre todo experiencia y conocimiento. Él sabe por qué las cosas se hacen así y el resto del equipo sencillamente sabe hacerlas.
– Satisfacción: A nadie que haya seguido este Mundial se le puede escapar las caras de satisfacción de todo el equipo. Este equipo se ha divertido, ha disfrutado jugando. Incluso en los peores momentos como fue la semifinal con Argentina, ha sabido recrearse y gozar con lo que le ofrecía en ese momento este deporte tan maravilloso.
Ahora, para ser fiel al título del artículo, debería hacer la misma disección con el fútbol, e ir exponiendo uno a uno estos mismos factores en su sentido opuesto. Pero eso se lo dejo a usted, que, a poco que sepa de fútbol, sabrá extraer automáticamente toda esa retahíla de conclusiones que le responderán a las pregunta de por qué el fútbol no.
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