A primera vista alguno pensará que éste es otro artículo de esos donde se habla del TCO, ROI, RAI, REY, RUM-RUM, TIKI-TAKA y demás conceptos apasionantes del management. Otros pensarán que el artículo trata de eso tan bonito de que la tecnología puede ayudar a gestionar el principal activo de las empresas: las personas. Pero no, no voy contribuir a engordar tan extensa lista de publicaciones al respecto. Prefiero contar lo que ocurre en muchas compañías de este país cuando deciden “modernizar” la gestión de recursos humanos, y después de estrujarse los sesos, encuentran la solución.
La compañía PATRON S.A. ha tomado una decisión: debe modernizar su gestión de recursos humanos. Se han dado cuenta de que no pueden seguir así. Ante tan ilusionante iniciativa se encuentran con un primer obstáculo: no tienen director de recursos humanos, o si lo tienen, no está en el comité de dirección. Pero no pasa nada, promocionan al responsable de personal o al de formación, y listo. Se plantean: “si en realidad esto es más fácil de lo que parece, total vamos a seguir pagándole lo mismo y él ya sabe de esto. Lo de entrar en el comité de dirección lo estudiaremos más adelante”. Salvado este escollo, el camino está libre. Ahora sólo hay que encontrar un software que gestione de forma automática eso de las competencias, la selección, el desarrollo, los planes de carrera, la comunicación interna, … vamos, una solución tecnológica de las que se hacen ahora.
El caso es que finalmente encuentran dicho software y además, una empresa que se lo pone en marcha en pocas semanas y con un coste ajustado. El primer día del proyecto de implantación y ante las preguntas de los consultores, PATRON S.A. se encuentra con la cruda realidad: no tienen definida ninguna política clara ni estrategia de recursos humanos, y claro, aunque la solución tecnológica seleccionada es muy buena, tiene una debilidad: no puede adivinar. Así que el proyecto pasa de ser la implantación de una solución tecnológica de recursos humanos a ser la cuadratura del círculo.
Si analizamos rápidamente los costes de este caso, encontramos al menos cuatro tipos de costes: los que corresponden a las horas de las personas afanadas en buscar y analizar soluciones informáticas y proveedores. Los costes de implantación de la solución tecnológica (software, hardware, servicios del proveedor, servicios internos). El tercer tipo engloba los costes derivados de querer cuadrar el círculo: muchas horas de muchas personas de la compañía que en el día a día estarán sentados delante de su ordenador alimentando información en el sistema que no va a ayudar a mejorar la gestión de las personas. Por último, tenemos los costes que suponen el desgaste de la imagen de la compañía como empleador, ante sus empleados y ante sus posibles candidatos.
Si preguntamos al director general de PATRON S.A. cual de estos cuatro tipos de coste es el que más penaliza a su compañía (recordemos que no podemos preguntar al director de recursos humanos porque no está en el comité de dirección), nos dirá que el mayor coste es del segundo tipo: el coste del software, de los servidores, de las licencias, en definitiva, lo que sale de caja. En ningún caso verá el primer tipo de costes como algo gravoso ya que considera que sus empleados deben estar para eso y para lo que se les pida. Es más, pensará que en todo caso, serán ellos los que se han equivocado en la elección, en vez de plantearse que, por ejemplo, si una familia se dedica a buscar un piso sin pensar en los hijos que tiene y sin saber cuantos quiere tener, o sin considerar si el pisito le queda a cien kilómetros de su lugar de trabajo, lo más probable es que en dos años estén durmiendo cuatro personas en una misma cama o bien gastándose el sueldo en terapia para tratar el estrés del tráfico.
En cuanto al tercer tipo de coste ni hablamos, puesto que para el director general será transparente: “ahora que ya tenemos sistema informático no hay excusa para no tener una buena gestión de recursos humanos”. El caso es que, si no se consiguen ciertos objetivos, se reducirán las inversiones en el departamento durante algún tiempo, así que la caja vuelve a estar equilibrada.
Con respecto a la imagen de la compañía como empleador, los costes de no hacer nada para gestionar el talento o peor aún, hacerlo mal, como dicen en la tele, “no tiene precio”.
La realidad es que los costes de las soluciones tecnológicas de recursos humanos son una propina con respecto a los otros costes mencionados. Seguramente, estos otros costes no tendrán impacto inmediato en la caja, ni en la cuenta de resultados de ese ejercicio, pero están ahí, en ese balance tangible e intangible de las compañías, y supondrán un verdadero obstáculo para diferenciarse de sus competidores.
Que nadie piense que PATRON S.A. es un caso aislado, o una pyme, o que pertenece a un sector “tradicional”. Esta compañía representa una buena parte del tejido empresarial español en el que la función de recursos humanos sigue percibiéndose como una amenaza para el empresario, o en el mejor de los casos, humo.
Soy un firme creyente de que la tecnología es imprescindible para soportar los procesos de negocio de una compañía, y cuando se tiene clara la estrategia, resulta muy sencillo encontrar una solución tecnológica que se ajuste a las necesidades de la empresa, y en consecuencia, los costes de implantar y mantener dicha solución se vuelven casi transparentes.
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