La evolución no sólo existe y se hace latente a nivel tecnológico, también llega al ámbito empresarial. Con la innovación tecnológica los puestos de trabajo cambian de nombre, mucho más sofisticados, para seguir siendo lo mismo. La informática permite que muchas funciones sean simples acciones mecánicas, lo que facilita la eliminación de carga de trabajo. En pleno siglo XXI ya no es posible concebir lo laboral y lo familiar como instancias separadas y divergentes. La realidad demuestra que se trata de planos convergentes e interdependientes, esenciales para configurar una calidad de vida integral para los seres humanos.
Entendemos CALIDAD DE VIDA cómo el bienestar, felicidad, satisfacción de la persona que le permite una capacidad de actuación o de funcionar en un momento dado de la vida. Es un concepto subjetivo, propio de cada individuo, que está muy influido por el entorno en el que vive como la sociedad, la cultura, las escalas de valores…
Hoy hay consenso que un trabajador eficiente y productivo, comprometido con su empresa, con bajas tasas de ausentismo y que disminuye al máximo el riesgo de accidentes laborales, es una persona que, necesariamente, ha establecido relaciones familiares estables, maduras y equilibradas, goza de una salud física y mental satisfactoria y tiene una claridad razonable sobre el sentido y las metas de su proyecto de vida. Los tiempos cambian, pero sigue siendo vital tener una vida ordenada para poder centrarse en lo laboral. Las empresas se preocupan muy mucho de este tipo de información, ya sea para beneficiarse de la disponibilidad geográfica o bien de la madurez mostrada. Mejorar la Calidad de Vida Integral de los trabajadores, modificando sus conductas negativas extra-laborales y contribuyendo a un proceso de crecimiento personal y de consolidación de los valores familiares, es el mejor camino para asegurar y profundizar una alianza estratégica, que es básica en el desarrollo de la Empresa
Vivimos una época materialista, en la que, a menudo, todos se limita a tener. En principio, ello parece bastante lógico. Mayores posesiones, una vida más cómoda y feliz.
La armonía y el equilibrio son fundamentales en todas las actividades humanas. De esta premisa, no está exento el desafío que significa llegar a una Calidad de Vida Integral. El concepto es transversal a los tres verbos claves de la existencia humana. No sólo el Tener, sino también el Hacer y el Ser. Si uno de ellos se dispara, se produce un desequilibrio que, lejos de generar Calidad de Vida, se traduce en tensiones, conflictos e infelicidad.
Es necesario que los seres humanos tengamos claridad en nuestros valores. ¿Qué queremos hacer con nuestra vida, para qué vivimos, cuál es mi felicidad y la de mi familia? No son preguntas ociosas, ni inútiles. Sin un Proyecto de Vida claro y coherente, andaremos a tumbos y los bienes materiales no significarán solución alguna para el desafío de existir.
Otro tanto ocurre con el Hacer. El trabajo no es solamente una «pega», que nos proporciona recursos para satisfacer nuestras necesidades. El trabajo nos da una dignidad, que pasa por el cumplimiento de una vocación. De lo contrario, más que un ser humano, me transformo en un «mercenario». «Quién no vive para servir, no sirve para vivir.»
Dos personas pueden estar haciendo lo mismo, pero su actitud frente al trabajo hace la diferencia. Como la historia de aquellos dos picapedreros, a quiénes interroga un forastero respecto a su quehacer. El primero le dice, algo molesto: «No lo ve, aquí estoy, picando piedras» El otro responde: «Estoy construyendo catedrales».
Estaban haciendo lo mismo, pero la diferencia era inconmensurable. Ojalá nosotros construyamos catedrales.
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