El peaje que tiene que pagar un coach personal o profesional es, principalmente, el compromiso que adquiere con la profesión, y no el dinero que paga para formarse o hacerse miembro de una asociación o federación de coaches.
Con frecuencia oímos eso de “exige tus derechos”, y nos olvidamos de que esos mismos derechos también implican el “cumplir con tus responsabilidades”
Desde que comencé a ofrecer formación de coaches profesionales en España, en casi todos nuestros programas, nuestros alumnos expresaban su preocupación por la “ética y moral” de la práctica de esta bella profesión. En relación con este asunto ético y moral, creo que, dentro de la libertad que tiene cada individuo, más que dedicarse a exigir unos derechos sería necesario que todo profesional del coaching actuara dentro de unos cauces regidos por esos principios ético morales y por la propia responsabilidad, en beneficio de todos, formadores y formados.
Cuando una persona quiere entrar en “la autopista” para alcanzar la meta de llegar a ser un coach profesional, sabe que no puede ir a menos velocidad que la marcada por el instituto de referencia correspondiente, por ejemplo la Internacional Coach Federation-ICF, es decir, que debe cumplir con un mínimo de horas de formación en esta materia. Estar por debajo de esa referencia es peligroso para el que recibe el coaching o para el que trabaja como coach.
Pero tampoco se pueden sobrepasar los limites de velocidad, no puede hacer un programa de dos o tres días, o realizar un intensivo de 15 días, sin dar tiempo para practicar, eso sería saltarse normas de trafico dentro de la profesión, utilizando a las amistades para, poco a poco, incorporarse uno mismo en la autopista en detrimento de otros que cumplen con los requisitos y normas para circular en la misma; ese que se incorpora por la puerta de atrás en la autopista es el que luego se describe como coach profesional, cuando no lo es, o el que se vanagloria de haberse formado en esta o aquella escuela, o de haber trabajado para estos o aquellos clientes sin la formación necesaria.
Nuestros alumnos nos preguntan a menudo cómo hacemos para “denunciar” el fraude, intrusismo o coaching pirata. Pues bien, hacemos lo que podemos, intentamos que se corrijan mensajes publicitarios que dan lugar a equívocos, expulsamos del programa a las personas que infringen ciertas normas del código de conducta, o sea, de la conducción por Autopista del Coaching Profesional de la ICF, informamos a la misma ICF de las prácticas moralmente incorrectas, y organizamos eventos para informar y explicar las normas de conducción en la carretera del coaching, para hacer esta conducción más segura y evitar que nos den gato por liebre.
Todos nuestros alumnos ven esto de manera muy positiva. Incluso nos reportan ellos mismos comportamientos de otros “coches” que conducen en la misma autopista de manera inadecuada, esperando que nosotros hagamos de policía y juez. Y eso, por un lado, está bien, porque demuestra que se preocupan por la seguridad en dicha autopista, y el mantenimiento de los márgenes mínimos y máximos que haga que tanto coaches como clientes puedan beneficiarse de la autopista y, por ella, recorrer un camino que algunos no podrían alcanzar tan fácilmente si no existiera.
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