Un colectivo de niños mimados, los pilotos de Iberia, va a dejar en tierra a más de 200.000 usuarios durante una semana de huelga. Estos privilegiados del aire, quizá los mejor pagados del mundo, van a despreciar a un país durante los próximos siete días por un motivo que a cualquier otro trabajador de cualquier otra compañía de cualquier otro sector le daría vergüenza reconocer: que la empresa que paga sus magníficos salarios va a abrir una nueva línea de negocio, Catair, una aerolínea de bajo coste en la que va a participar con el 25 por ciento del capital.
Estos señoritos de altos vuelos pretendían y pretenden evitar la creación de catair. Como no van a poder, pretenden que la empresa garantice sus enormes salarios hasta que se jubilen, 65 años, con subidas de IPC más dos puntitos. Casi nada. Ya es hora de someter a esta banda de corsarios a las leyes del libre mercado y de la libre competencia. Ya es hora de que se den cuenta de que hay vida fuera del SEPLA y de que ya está bien de perjudicar siempre al mismo, al viajero.
Hace años, era de los que pensaba que como en Iberia no se volaba en ninguna compañía. No me importaba que estos sujetos fueran los mejor remunerados a nivel internacional, ni que las azafatas, hoy auxiliares de vuelo, pasaran de uno y no le trajeran la coca cola, o se la trajeran con cara de pocos amigos. Todo eso daba igual porque la seguridad estaba garantizada.
Hoy, todo lo contrario. Gracias a estos pilotillos cualquier compañía de prestigio me va a parecer mejor. Y evitaremos que nos quiten la cartera (en sentido figurado) nada más subir al avión unos bucaneros con uniforme de comandante.
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