Gurulandia

Debo reconocer que me cuesta mucho aguantar determinadas conferencias, normalmente porque el conferenciante no tiene la categoría adecuada para que los asistentes le prestemos la atención debida, por lo menos, de manera interesada.
Es por ello por lo que no creo mucho en las sesiones maratonianas de formación en las que los llamados “gurus de la dirección” se reúnen durante dos o tres días para adoctrinar a profesionales ávidos de conocimientos nuevos sobre materias viejas, explicadas por ejecutivos de éxito, muchos de los cuales sólo viven (y muy bien, por cierto) de ir haciendo bolos por esas tierras de Dios.
Cada cual debe de hacer con su presupuesto de formación lo que más le apetezca, sepa o le deje su superior que, al fin y a la postre, es el que decide a donde deben de ir los (escasos) euros que muchas empresas dedican a una tarea tan imprescindible como es el desarrollo de las habilidades necesarias para ejecutar bien nuestro trabajo diario.
No seré yo quien critique que parte de dicho presupuesto vaya destinado a las reuniones de gurus que se celebran, por desgracia, cada día con más asiduidad. Pero lo que si puedo es opinar sobre aquellos que invierten (queda más fino que gastan) en ese tipo de formación y que son los mismos que luego discuten los precios de cursos que, muchas veces, son bastante más necesarios para los profesionales de a pié que esas macro reuniones de grandes sabios, la mayoría de ellos extranjeros y jubilados, que vienen a decirnos como se deben hacer las cosas y sentar cátedra ante un auditorio de absortos oyentes que, en demasiadas ocasiones, acuden más por snobismo que por una utilidad real.
Que cada uno haga con sus euros lo que quiera, pero que exista un reparto equitativo es algo que sería bueno para los profesionales que, de verdad, necesitan recibir formación que les ayude a suplir aquellas carencias que son detectables y que, la verdad sea dicha, todos tenemos aunque a muchos les cueste reconocerlo.
Y también hay hueco para los macro congresos de formación. A mi me gustaría que en ellos, en lugar de dar preferencia a los extranjeros, se llevara a profesionales nacionales que son mejores que algunos extranjeros que llevan años dando lecciones magistrales sólo por el hecho de haber ocupado un alto puesto en una multinacional conocida, aunque de los problemas locales y nuestro estilo de trabajo y dirección, saben bastante poco.
Ese es uno de los muchos defectos que tenemos en nuestra querida España: preferimos lo foráneo a lo propio, y así no luce el pelo. Sobre todo si en lugar de valorar y apostar por lo propio, seguimos prefiriendo lo ajeno, por mucho que sea de golpe y en sobredosis en cualquiera de los macro congresos de gurus a los que yo prefiero denominar como GURULANDIA.

GURULANDIA, si no queda otro remedio, pero con más expertos españoles, por favor