Así se llamaba una película de miedo, the entity, en inglés, en la que un fantasma le hacía unas cuantas barrabasadas a una señora estupenda, trabajadora y madre, a la que todos tomaban por loca cuando contaba su historia.
Y una historia de miedo parecía la de otro Ente, público este, llamado RTVE, a quién el paso del tiempo y de los distintos gobiernos estaban convirtiendo no en un simple fantasma, sino en un monstruo terrorífico que atemoriza aún al conjunto de los contribuyentes.
Un amigo mío, colaborador externo de RTVE hace tiempo –no sé si lo sigue siendo-, me contaba hace algo más de un par de años, cuando todavía gobernaba el PP, la situación de RTVE y de los empleados que ahora parecen ser excedentes, los que él denominaba “pasilleros” –tampoco sé si era un término institucionalizado en la empresa-.
Estos pasilleros estaban – y están – en plantilla, no desempeñaban ningún trabajo, no tenían ningún lugar físico donde ubicarse, se quedaban en la cafetería o en los pasillos y cobraban un salario mucho más que digno; y eran muchos. Una situación provocada por los diferentes gobiernos, más que por los propios trabajadores. Una vergüenza.
Por fin, este año, un gobierno quiere coger el toro por los cuernos y acabar con este despilfarro laboral y económico que es RTVE. Ya era hora que alguien se decidiera a hacerlo, y mejor que la acción parta de un gobierno socialista, porque habrá menos conflictividad y más normalidad. Mi duda es si se hará un saneamiento efectivo o uno de cara a la galería, si los pasilleros pasarán a la historia o, por el contrario, les seguiremos pagando la nómina por tomar café. Y por último, cuánto costará este saneamiento.
Quizá dentro de unos años se avance en el tema RTVE, y se privatice o se haga desaparecer. De momento, y en principio, una buena decisión. Ojalá la tomaran también los gobiernos autonómicos.
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