El papel de los consultores de estrategia no es -como parece que algunos piensan- definir la estrategia para la empresa que les consulta. En el mejor de los casos, eso sería insensato.
La consultoría estratégica es una consultoría de proceso; para el consultor, no se trata de diseñar la estrategia que ha de seguir la empresa, se trata de acompañar al empresario y a sus directivos en un proceso de reflexión estratégica -que sólo ellos están en condiciones de realizar- asegurándoles el apoyo metodológico y el rigor conceptual necesario -aún mejor dicho, imprescindible- para poder llevarlo a efecto.
El consultor de estrategia que olvida su papel y suplanta al empresario en la decisión de qué estrategia va a poner en marcha es, para mí, tan ridículo como un tocólogo que en el trance de atender a una parturienta, ante un parto difícil, propusiera ser él quien se subiera a la silla de partos e intentara alumbrar al retoño. ¡Y sin embargo son una legión!
Los empresarios y directivos son quienes conocen a fondo los sectores de actividad y las particularidades de su empresa y son ellos los que están en condiciones de hacer el análisis y de proponer las soluciones más creativas y eficaces para abordar los desafíos que la empresa tiene. Si ellos no pueden: ¿quién podría? Lo que ocurre es que, frecuentemente, carecen de método para hacerlo bien. Ese es el papel del consultor en estrategia: dar el apoyo metodológico; asegurar que la reflexión se lleva a cabo tomando en consideración todos los elementos y de forma secuencial para que desemboque en propuestas concretas de actuación que lleven a conseguir los objetivos propuestos.
Los comentarios están cerrados.