Incluso poniéndonos en el lugar de aquellos que no tienen otra salida que embarcarse en un potencial ataúd de madera para buscar un medio de vida fuera de su miserable país, sacudido por el hambre, por la guerra, por la enfermedad o por algún tirano asesino, ello no justifica la ausencia total de medidas por parte de las autoridades españolas para combatir la inmigración ilegal que nos invade día tras día.
Empezamos hace un año con ese “papeles para todos” que fue el proceso extraordinario de regularización promovido y ejecutado por el Ministerio de Caldera, sin conocerse aún, por lo menos por mi parte, qué ventajas aportaba dicho proceso a España y a su mercado de trabajo.
Se desoyeron las voces discrepantes, tanto en nuestro país como en el resto de Europa, que alertaban de los efectos negativos de esta regularización total, la madre de todas las regularizaciones, se minimizó el llamado “efecto llamada” y se eliminó cualquier previsión sobre las consecuencias futuras de este proceso.
Un año después, cientos de inmigrantes africanos continúan llegando cada semana a las costas españolas con la esperanza de una vida mejor (o de una nueva regularización), y la situación tiene todas las papeletas de acabar explotando por algún lado. Europa –que ya nos avisó que no estaba de acuerdo con aquel proceso – mira para otro lado y la vicepresidenta del gobierno nos sale con que va a alquilar un satélite para vigilar los flujos migratorios.
Esto del satélite, que a priori me suena a chiste, a digital plus, a play station, a pantalla de plasma que se compra en Carrefour, en definitiva, a cacharrito que sirve para fardar pero para poco más, no estaría mal si se hubiera puesto en funcionamiento hace un año, coincidiendo con el inicio del proceso de regularización, y para vigilar el origen, a los que salen de África, para devolverles al lugar de partida a los pocos kilómetros –o millas- de su costa, no cuando ya están en España y la única opción es meterles en un avión hacia la península o soltarles por la isla y aumentar los fondos para la acogida de inmigrantes (más pasta y menos espacio). Esto del satélite, en cualquier caso, me suena a improvisación.
En definitiva, no voy a decir que los problemas que están aflorando ahora se veían venir desde hace tiempo, ni voy a plantear soluciones gratuitas desde mi modesto punto de vista, pero, puestos a improvisar, entre el satélite ese y los 6.000 guardias nacionales que EE.UU. ha puesto en la frontera con Méjico para controlar “su” inmigración, me quedo con esto último; por lo menos es una medida de auténtico choque. También es cierto que luego tendrán 50 o 100 satélites vigilando esa línea como apoyo a la fuerza terrestre, pero, por lo menos, intentan algo al respecto; veremos si efectivo o no.
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