En estos días revueltos de treguas, opas, nación, corrupción, etc., y de plazos de matriculación de los niños en los colegios, para los que en breve comenzará su vida académica, uno se para a pensar –por lo menos yo lo hago- en lo exigentes que somos a la hora de elegir la educación de nuestros hijos, la formación de nuestros empleados, de nuestros colaboradores… y todo lo contrario a la hora de elegir a nuestros representantes políticos.
Hace tiempo, bastante ya, leía en un periódico acerca de la formación que tenían los miembros de un determinado Gobierno. Como fue hace más de 10 años, y el PP sólo ha gobernado 8, me da por pensar que era un gobierno socialista, aunque no puedo afirmarlo con total seguridad.
Hace poco, unos meses, en un programa de radio hablaban sobre lo mismo, sobre la formación de determinados políticos, todo relacionado con esos asuntos de opas y demás problemática; y me sorprendía al oír que, en algunos casos, políticos que gestionan muchos millones de euros de nuestros bolsillos, sólo tienen estudios de “económicas”, sin más. Otros ponen una titulación que no tienen, otros no ponen nada (lo que es mejor que lo anterior o, por lo menos, más honrado).
Y no hace falta ser gestor público; lo mismo pasa con diputados, parlamentarios, señorías y otras posibles denominaciones de lo mismo.
Por todo ello es posible, muy posible, que nos encontremos con 2 situaciones:
Que para incorporar a un trabajador en nuestra empresa le exijamos lo mejor, cuantas más carreras, mejor, como mínimo una. Cuantos más idiomas, mejor, como mínimo dos. Cuantos más estudios de postgrado, mejor, como mínimo uno. Cuanta más experiencia, mejor, como mínimo que sea anterior al comienzo de la carrera; por pedir…
Que para elegir a un político (persona que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado), que va a decidir sobre asuntos de absoluta importancia, asuntos que nos afectan directamente y diariamente a todos, no le exijamos nada (en cuanto a formación y experiencia), nos baste con su cara bonita. Después le rodeamos de asesores y ya está.
Algunos dirán que se puede gestionar bien un país y una empresa sin tener una carrera. Seguro que sí, algún caso habrá, pero habrá más posibilidades de hacerlo mejor si se tiene una base formativa sobre la que trabajar. Lo que para unos son 5 años de carrera de económicas o cuatro de administración de empresas, como mínimo, para otros son dos tardes de economía.
Visto lo visto, y lo que ha de venir, es mejor “meterse” en política y tener un padrino que “tirarse” 5 años estudiando, como mínimo. El sueldo será mucho mejor.
Dentro de poco, cuando preguntemos a un niño qué quiere ser de mayor, nos dirá –por orden de preferencia- político, liberado sindical o futbolista, ya que todo ello no exige tener carrera y suele estar bastante bien remunerado. Por cierto, de RRHH futbolísticos hablaremos otro día.
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