Las empresas han resultado ser muy imaginativas en el campo de los RRHH cuando se trata de cuidar a sus empleados. Todos conocemos la oferta de todo tipo de actividades de formación (indoor y outdoor), planes de carrera, eventos de compañía, etc., todo ello orientado a tener un empleado más motivado, más eficaz y, a ser posible, con menor rotación de plantilla.
En cualquier caso, se trata de herramientas dirigidas al empleado directamente. Sin embargo, es curioso como, a veces, todo aquello que hacemos por nuestros empleados parece no tener los efectos esperados, por las siguientes razones:
No siempre existen en la empresa las posibilidades de carrera que nos gustaría ofertar.
Toda la formación que damos lo hacemos para sacar directamente una rentabilidad de la misma: aumento de ventas, mayor valoración en la encuesta de nuestros clientes, etc. Y el empleado lo sabe.
Ciertas actividades “outdoor” y eventos de motivación ya no sorprenden al empleado, pues es el enésimo año que los organizamos.
Y, sin embargo, nos olvidamos, como empresas, de lo que seguramente todos nosotros más valoramos: nuestra familia.
Este caso es aún más grave cuando hablamos de los directivos expatriados que llegan a nuestro país con sus familias. Según un estudio del Centro Anselmo Rubiralta de Globalización y Estrategia del IESE, “El cónyuge se convierte en una pieza estratégica en la expatriación; sin embargo, a pesar de esta opinión generalizada, las empresas no desarrollan en la práctica acciones decididas a solucionar este proceso. Las empresas deberían incorporar esta dimensión familiar desde el inicio del proceso, y darle un tratamiento adecuado”.
La oportunidad está clara, lo que no es tan claro para un Director de RRHH es cómo aborda el trabajo con las esposas o esposos en los casos mencionados.
El responsable de cuidar a estos expatriados debería buscar la manera de cubrir estas lagunas y ofrecer una herramienta eficaz de fidelización a través del cuidado de los cónyuges, mediante actividades culturales y formativas “no curriculares”.
Y no sólo eso, mantener socialmente activa a la media naranja de un directivo/a expatriado/a o de un diplomático/a, va a suponer una mejora importantísima de la calidad de vida de esa unidad familiar, con las grandes ventajas que se derivarán para la cuenta de explotación de la empresa promotora de estos cuidados o atenciones.
Sólo queda abrir los ojos y que RRHH comprenda la importancia estratégica de ese elemento llamado cónyuge.
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