Tras un año de tiras y aflojas, la perseguida reforma laboral sigue en el alero. De hecho, cuentan por ahí que Caldera empieza a temblar al ver lo que sufre su colega del otro lado de los Pirineos, el presidenciable Villepin
Parece que la consabida reforma del mercado laboral no llega, aunque creo que es mejor que “el parto/pacto” sea lento y natural. No vaya a ser que al impulsivo y fogoso ministro Caldera le dé por utilizar el goteo, acelere el proceso y al final acabemos como en Francia: con los universitarios tomando la Complutense y Zapatero apagando fuegos por media España.
Y si no que se lo digan a Monsieur Dominique de Villepin, ministro francés del gremio, cuya popularidad anda a la altura del betún durante estos días tras proponer un contrato para jóvenes que ha destapado la caja de los truenos, o la de Pandora según se mire.
Para empezar, yo pediría moderación. Moderación para que las cosas vayan por su cauce, que anda el patio sindical un poco alborotado por aquello del abaratamiento del despido y la flexibilización del mercado. Y flexibilización, sí, pero con matices. No olvidemos que los propios sindicatos han aceptado ya que los contratos temporales que se conviertan en indefinidos tengan una indemnización por despido de 33 días por año trabajado, un avance importante, diría yo, a la luz de cómo pintaban las cosas a finales de 2005.
Parece que la pelota podría estar ahora en el tejado de los empresarios. Ya vamos para un año de dimes y diretes en la mesa de negociación sin que el acuerdo haya arribado a puerto. Un añito, sí, señores, con sus doce meses incluidos. En resumen, que ya es hora de que se definan unos y otros.
Y no nos engañemos, el pacto entre sindicatos y gobierno para la Ley de Igualdad tampoco ha ayudado mucho precisamente a limar asperezas. El anteproyecto para mejorar la situación de la mujer, ya aprobado en Consejo, era necesario y oportuno, aunque soy algo más escéptico respecto a su efectividad. El problema es que se lo han guisado y se lo han comido sin contar con los señores patronos. Craso error. Ahora éstos tienen una buena excusa para abandonar la mesa de juego cuando la partida estaba a punto de cerrarse. Vamos a esperar que no sea así y que la cordura se imponga. De momento, esta misma semana la CEOE celebraba Junta Directiva con el fin de “definir estrategias”.
Pero no se vayan todavía. Como telón de fondo vislumbramos una reforma de la Seguridad Social que también dará que hablar en los próximos meses. Porque ahora se trata, nada más y nada menos, que de alargar la vida laboral, y no de acortarla.
Para que no cunda el pánico, el secretario de Estado, el prudente Octavio Granado, ya nos recordaba hace pocos días que lo de Alemania (alargar la edad de jubilación a los 67 años) es una reforma de demasiado “calado” como para ponerla en práctica aquí, en la sufrida España. Incluso, haciendo uso del ya manido talante, advertía que no nos debe entrar “la prisa escénica”. Estoy de acuerdo, señor Granado, porque, ya se sabe, de la prisa al “miedo escénico” hay un suspiro. Ya lo saben bien los alemanes, sobre todo cuando visitan el Bernabéu. Y no querrá que también padezcan el suplicio los futuros pensionistas, entre los que se incluye un servidor.
Los comentarios están cerrados.