Me hubiera gustado titular este artículo de opinión “El futuro de los Recursos Humanos”, como muchos otros artículos que se publican en muchos otros medios y que, simplemente, se dedican a divagar sobre lo importante que es la función de RRHH, lo que va a deparar el futuro a la misma, a dónde va, de dónde viene, etc.
Desgraciadamente toca hablar de los futuros recursos humanos, aquellos que llegarán al mercado laboral en 8, 10 o 15 años. Esos futuros rrhh son ahora noticia, y lo seguirán siendo. Son noticia por agredir a indigentes, por agredir a viandantes y “colgar” las imágenes en Internet, por acosar moralmente a sus profesores, por degradar moralmente y violentar físicamente a sus maestros, por participar en violentas peleas callejeras entre institutos y colegios, por no respetar a nada ni a nadie, por consumir drogas ¿“blandas”? y alcohol como único medio de esparcimiento, por no saber qué quieren ni preocuparse por saberlo, por no saber escribir correctamente en su lengua materna gracias a las nuevas tecnologías, por importarles más qué parte de su cuerpo agujerearán o tatuarán que su propio destino.
No son todos así, pero son muchos, y cada vez serán más. Y la culpa no es toda de ellos. ¿De quién es? Padres, tutores, medios de comunicación, partidos políticos, gobiernos, sistema educativo…. hay muchos a quienes echar las culpas. Da igual.
Lo que está claro es que dentro de unos años, pocos, 8, 10 o 15, alguna universidad quebrará, alguna escuela de idiomas quebrará, alguna escuela de negocios también, algunos jardines de infancia y colegios desaparecerán, y empresas de otros ámbitos tendrán problemas para subsistir. Será un círculo vicioso. Y todo porque la sociedad no es capaz de inculcar ningún valor a esos futuros recursos humanos.
Y digo yo, está muy bien formar a los empleados de una empresa, en preocuparse cada año por qué cursos impartirá esta o aquella compañía a sus trabajadores, por contratar un curso antiestrés para nuestros directivos, por formar en ventas o marketing a nuestro equipo comercial, por preparar un programa de coaching para el nivel gerencial, otro de protocolo para la secretaria de dirección, otro de cómo hablar en público para el de marketing y comunicación, etc., etc., etc., y etc. pero puede darse el caso de que el director de formación de una gran corporación esté profundamente preocupado por qué cursos facilitar a sus empleados mientras su hijo/a se mata a golpes en la calle con los alumnos de otro colegio “rival”.
Aunque sea por puro egoísmo y desde el punto de vista empresarial, si queremos contar con los mejores dentro de 8, 10 y 15 años, hay que empezar ya, hay que preocuparse por ellos ahora, hay que educarles en el respeto a los demás y a sí mismos. Hay que hacerles ver y comprender que son importantes para el presente y futuro de nuestro país. No quiero extenderme demasiado, sólo propongo que dejemos de hablar de “capital humano”, “personas”, “especialistas en patrimonio humano”, “liderazgo”, “competencia”, “igualdad”, que aparquemos durante unos días la verborrea que rodea al mundo de los RRHH y pensemos en lo que se nos viene encima.
Si no actuamos pronto, la medida más suave que habrá que tomar será la de poner detectores de metales en las entradas de los colegios. Si no actuamos pronto, los RRHH se transformarán en RRII, con doble i de inhumanos, por si alguien no lo ha cogido.
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