En la actualidad, uno de los más graves problemas que tienen los profesionales de los recursos humanos, aunque no el único, es su escasa propensión a vender lo mucho y necesaria que es su labor en las empresas. Seguramente, por ser un departamento acostumbrado a la agilidad y a la improvisación, condiciones innatas al servicio que presta al resto de áreas en cualquier compañía, el día a día arrasa la posibilidad de dedicar el escaso tiempo con el que cuentan a vender interna, y externamente, lo mucho y bien que gestionan lo que se les encarga.
También puede suceder que, al no ser fácilmente tangible su aportación a la cuenta de resultados, no sea debidamente valorado su trabajo por los máximos gestores, quienes piensan, en muchos de los casos, que los profesionales de recursos humanos sólo están para seleccionar personas, hacer contratos y pagarles la nómina correspondiente, previa autorización del director financiero, que ese sí que es importante.
Hasta hace bien poco ni participaban en los comités de dirección, y su labor era, como mucho, consultiva. Aún hoy existen muchas compañías en las que en la alta dirección no se cuenta para decisiones estratégicas con el profesional de los recursos humanos.
Eso sí, estamos hartos de leer que la empresa tal o la empresa cual son lo que son gracias al capital humano, a las personas que las forman, sin las cuales nada de lo conseguido hubiera sido posible.
Supongo que cuando los responsables de recursos humanos de esas empresas lean esas declaraciones, en muchos casos, recordarán como, año sí y año también, les es reducido el presupuesto de formación, se les impone la prohibición de contratar nuevos trabajadores, se estipula un incremento salarial del IPC o inferior y se les recuerda, constantemente, que su función es muy loable, pero que no dejan de ser un coste que siempre puede reducirse subcontratando esos servicios.
Debo reconocer que no es culpa sólo de los grandes gestores. Parte de ella es de los muchos profesionales de recursos humanos, que no se preocupan de alinearse con el negocio, que no se dan cuenta de que, hoy en día, no basta con conocer a las personas y volcarse en su progreso y formación; hay que ser proactivos en el negocio, con el mercado, y hay que ser capaz de dar, en cada momento, según cada necesidad, la solución que se necesita por parte del responsable de un departamento que tiene como cliente principal a personas. Y las personas, guste o no, somos las que hacemos grandes a las empresas.
Pero que nadie lo dude, lo tendrían mucho más fácil si los profesionales de recursos humanos supieran venderse mejor.
Los comentarios están cerrados.