Me llamo Marta Sánchez Retama, tengo 40 años y a día de hoy tengo la suerte de poder ocupar un puesto de responsabilidad en una firma de servicios profesionales internacional y líder en su ámbito, como es Aon.
No siempre pensé que pudiese llegar a hacerlo, pues la trayectoria profesional y la propia vida transitan por un enlace de caminos complejos en el que nuestros orígenes y nuestra educación, influyen profundamente en la forma en la que nos vemos a nosotros mismos y vemos la propia vida, situándonos y marcando expectativas en cada etapa. Estos prejuicios, entendiendo este concepto como una idea preconcebida que condiciona nuestra conducta y nuestras aspiraciones, es en mi opinión el mayor reto al que nos enfrentamos las mujeres profesionales hoy en día para lograr el progreso y el lanzamiento de nuestras carreras profesionales, y para alcanzar una situación de igualdad de oportunidades real.
Nuestro sector en su sentido más amplio, que se dedica la prestación de servicios financieros, profesionales y de intermediación de seguros entre otros, abarca firmas muy profesionalizadas, en gran parte de los casos con presencia internacional y un entorno multicultural, demostrando además mediante planes específicos, una sensibilidad y compromiso con el desarrollo de las carreras de las mujeres y la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres.
Se trata de un entorno privilegiado que no todo el mundo tiene la suerte de conocer o poder desarrollar su carrera en él, viviendo realidades muy distintas en función de geografía o entorno sociodemográfico.
Nuestras empresas avanzan rápidamente en este aspecto, y la percepción de los roles de género tradicionales en los que hombres y mujeres aparentemente eran más eficientes en el desarrollo de un tipo de actividad o trabajo a desempeñar van evolucionando y diluyéndose.
Estamos inmersos en un proceso de cambio que encabezan las grandes empresas, ya que entre otras cosas cuentan con mayores recursos para identificar y poner en marcha los planes adecuados para abordar la cuestión y buscar fórmulas para equilibrar la presencia de hombres y mujeres en puestos de responsabilidad.
Nuestra sociedad también avanza, y ya vemos cómo sobre todo las generaciones más jóvenes ya enfrentan la vida familiar con una perspectiva de igualdad en la que los roles se igualan o incluso se invierten, asumiendo los hombres tareas que tradicionalmente han sido desarrolladas por las mujeres.
Y en el marco de esta constante evolución, surge un mundo de oportunidades que las mujeres debemos querer explotar.
A través de mi experiencia personal, he podido comprobar cómo la maternidad durante un tiempo cambió mis prioridades y cómo eso condicionó mi predisposición a evolucionar profesionalmente, pero con el paso de tiempo surgió una nueva etapa en la que sentí de nuevo la necesidad de relanzar mi carrera y recuperar el tiempo, sabiendo que supondría determinados cambios en mi vida que estaba dispuesta hacer. Para mí, aceptar que no era posible abarcar todo y ser capaz de delegar responsabilidades fue clave para poder dar este paso y liberarme de cierta culpabilidad.
La maternidad es simplemente un ejemplo. Veo a mi alrededor ejemplos de otras mujeres que han vencido la idea preconcebida de lo que se esperaba de ellas, y que tenían interiorizadas, rompiendo un estigma que, aunque parezca superado, en algunos casos aún existe.
En mi caso, reconocer las limitaciones que personalmente me imponía, me ayudó a poder superarlas y afrontar nuevos retos con mayor libertad.
Personalmente creo que, en el entorno actual volcado en la igualdad de oportunidades, las mujeres debemos responsabilizarnos de liderar nuestras propias carreras, y en mi humilde opinión esto va a pasar irremediablemente por una liberación en la percepción del rol que debemos ocupar en la familia, en la empresa y en la sociedad en general.
Estoy convencida que como siempre hemos hecho, superaremos con creces el reto al que nos enfrentamos.