La irrupción de la Generación Z en el mercado laboral confirmará el cambio en las exigencias de los trabajadores que iniciaron los Millenials en los últimos años. El sueldo o la categoría de la empresa ya no son suficientes razones para optar por una propuesta laboral, sino que las nuevas generaciones buscan compañías con valores y principios alineados con los suyos propios, con un propósito definido y una misión que vaya más allá del beneficio económico.
La transmisión de dichos valores está en manos de una figura cada vez más demandada: la del líder inusual. Este perfil se caracteriza por su alto compromiso no solamente con la empresa, sino también con sus equipos y con las personas de forma individual. Se trata de trabajadores capacitados para motivar, atraer, convencer y gestionar a los equipos que permiten a las organizaciones crear un contexto adecuado para atraer a las nuevas generaciones de trabajadores, preservar el talento y guiar a los empleados para conseguir resultados con un impacto real.
Un líder inusual tiene un entendimiento global de las nuevas necesidades de gestión de personas, obtenido mediante su experiencia y formación. La base de su valor es el autoconocimiento, que le permite desarrollar su propia carrera, ser consciente de sus fortalezas y debilidades y mejorar en aspectos clave que le ayudan a comprender a quienes le rodean. Saber cuál es su propósito y compromiso, así como el camino personal que quiere seguir, le aportan una mayor claridad para afrontar los problemas que se le presentan como líder y a la organización.
Su estilo se basa en encontrar soluciones que destaquen el valor de los resultados obtenidos y los beneficios para todas las personas que han trabajado en ellos. No obstante, la mayor virtud de los líderes inusuales e innovadores es su empatía y comprensión hacia las personas con las que trabajan. Entender las necesidades de quienes les rodean, tener una relación más allá del contexto puramente profesional y poner en valor la contribución de cada persona son solamente algunas acciones que marcan la diferencia. El factor humano es el centro de las organizaciones, aquello que les permite desarrollar sus actividades, y por ello las compañías referentes cada vez le dan más valor al bienestar de las personas designando a líderes capaces de marcar la diferencia.
El líder capaz de cuidar a las personas es aquel que se convierte en referente y que puede guiarlas hacia cualquier meta. Para ello, es necesario que sea una persona auténtica, con capacidad de escucha y con herramientas que le permitan afrontar tanto las situaciones positivas, como pueden ser éxitos colectivos, como las negativas, incluyendo conflictos o malos resultados.
Las compañías que inviertan en la formación de sus líderes obtendrán beneficios inmediatos en forma de motivación y compromiso internos, retención de talento y resultados finales. Contar con perfiles distintivos será imprescindible para dar la bienvenida a las nuevas generaciones de trabajadores, garantizar el atractivo de las organizaciones y desarrollar valores y compromiso que transciendan a la empresa y tenga un impacto real en la sociedad y el planeta.