“Que no permite ver lo que hay al otro lado, pero invita a asomarse”.
Rodrigo Cortés, Verbolario.
– Pero Nata, no esperaba esto de ti. Tú mejor que nadie sabes la presión de mercado que tenemos.
¡Nuestra gente se está yendo! Tengo que invertir la mayor parte de la subida de este año en los consultores. Sabes cómo funciona. De verdad, pensaba que tenías claro cómo funcionaba el negocio.
– Lo tengo claro, lo tengo claro. Pero no creo que te des cuenta del esfuerzo que hacemos ahí abajo.
– Nata, lo valoro mucho. Mucho. Sois las personas más importantes de la empresa. Pero para que salgamos adelante necesitamos reforzar los salarios de las personas que están en contacto con cliente. Me están presionando mucho.
– ¡Ah! No sabía que bastaba con presionarte para conseguir una subida de salario justa.
– No seas así, por favor. Vuestro trabajo es fundamental, pero he de poner el dinero en quienes traen clientes a la casa.
– No creo que entiendas bien quién forma esta empresa. Creo que has llegado a creerte toda la palabrería corporativa sobre los clientes, y has olvidado quienes somos los que hacemos que esto funcione, aunque ahora lideres la compañía.
– Pero Nata, ¿cómo puedes decirme eso?
– Porque no eres capaz de reconocer el trabajo realizado. Seguramente sea culpa mía, pues hasta ahora había tenido fe en tu juicio, y no creía que fuera necesario contarte todo lo que hemos hecho este tiempo.
– Nata, todos hemos sufrido estos años.
– Julián. Con todo el respeto. Desde nuestro equipo hemos mandado a todo el mundo a casa, hemos establecido protocolos de trabajo desde allí, hemos atendido todas las necesidades de seguridad y salud de cada empleado, hemos creado de la nada políticas nuevas y hemos velado porque se cumplan, hemos adaptado la nómina a los nuevos requisitos, hemos luchado con los empleados para que entendieran estas decisiones, hemos organizado actividades on line para mantener el ánimo alto, hemos hecho seguimiento de aquellos que caían enfermos, o que tenían familiares enfermos, les hemos contactado muchas veces por genuina preocupación personal, hemos actualizado las tablas salariales con los nuevos salarios mínimos, estatales y de convenio, hemos explicado a los afectados los cambios que suponían para ellos, hemos pagado atrasos, hemos actualizado diecisiete veces el programa de nóminas después de desenmarañar las actualizaciones de la legislación, hemos aprendido a gestionar equipos en remoto para crear cursos y replicarlos internamente, hemos buscado formadores, hemos comprado mascarillas, medido mesas, evaluado mamparas, creado escenarios diferentes según las distancias de seguridad, hemos venido a la oficina cuando nadie estaba aquí, trabajando con las ventanas abiertas en febrero, con mascarillas 24 horas, hemos digitalizado nuestros procesos, hemos creado nuevas formas de comunicar con el staff, hemos apoyado los cambios de estructura, haciéndolos nuestros y explicando dichas mejoras a todos, hemos aprendido las normas del ERE y del ERTE, las hemos explicado a todo aquel que tuviera dudas, hemos hecho listados y listados de personas, les hemos dado mil vueltas, incorporando
nuevos criterios, nos los hemos llevado, junto con nuestras preocupaciones, a la cama, para dormir con ellos, hemos hablado con abogados para preparar despidos, hemos decidido parar alguno a última hora, hemos comunicado salidas y hemos dado la cara, hemos ido a casa dudando de si estábamos haciendo lo correcto, nos hemos reunido con comités y grupos de trabajo, realizado talleres, workshops y cocreaciones, hemos asistido a webinars y formaciones on line, lo hemos subido todo a la nube, hemos recibido presiones de arriba y malas caras de abajo, hemos sido cabeza de turco y tontos útiles, hemos buscado nuevas incorporaciones que debían trasladarse de empresa sin tener que moverse de escritorio, hemos tratado de fidelizar a las que ya estaban aquí, mejorando las condiciones ya existentes, buscando nuevas formas de retribuir siendo más eficientes, hemos hablado con mil proveedores, hemos adaptado nuestros planes de comunicación, hemos hecho gráficos de la inflación con cuatro criterios diferentes, hemos hecho encuestas a los empleados, sacado planes de acción y los hemos implantado, nos hemos apoyado entre nosotros, hemos hecho todo esto convencidos de que hacíamos lo mejor para sacar adelante esta empresa.
¿Pero sabes lo que no hemos hecho? ¿Sabes qué es lo que no hemos tenido en todo estos meses?.
– No sé, Nata… No sé… ¿Tiempo para vosotros?
– No, Julián. No hemos tenido que agradeceros unas palabras de ánimo, o un mísero
reconocimiento, o una palmada en la espalda, o una mirada de apoyo, o un… Nada. No hemos tenido que fingir un agradecimiento por unas palabras o un gesto, porque nunca han existido.
– Nata, yo…
– Déjalo. Déjalo, Julián. ¿Sabes? Lo hubiera hecho igual. Lo hubiéramos hecho igual. Todos. Respecto a mí… Seguramente lo hubiera vuelto a hacer exactamente igual, pero te juro que hubiera sido más fácil si alguien lo hubiera agradecido. Si alguien hubiera tenido un simple gesto que nos hubiera mostrado que sabíais que estábamos ahí. Eso hubiera sido suficiente.