Nuestro mundo se encuentra en una encrucijada: la amenaza del cambio climático, el desarrollo de la inteligencia artificial, las crecientes desigualdades, o el incremento de la participación ciudadana plantean retos urgentes a la vez que abren nuevas oportunidades para las sociedades de todo el mundo.
Del mismo modo que las generaciones más jóvenes desempeñarán trabajos que aún no existen, también vivirán situaciones que sus padres ni siquiera se atrevieron a imaginar. Es obligatorio, por tanto, preguntarse acerca de su preparación para responder a estos retos.
Es necesario que las nuevas generaciones de estudiantes, que serán los futuros líderes dispongan de habilidades, conocimientos y una nueva mentalidad que les capacite para afrontar el futuro con un liderazgo positivo. De hecho, en un estudio del Foro Económico Mundial se identificó la falta de liderazgo como uno de los mayores desafíos actuales y casi 9 de cada 10 encuestados reconocieron que falta liderazgo en los directivos de sus organizaciones, lo que implica en muchos casos no alcanzar a cumplir con los objetivos y resultados corporativos.
En tiempos de cambio, es necesario formar talentos capaces de liderar de forma positiva y comprender retos complejos como los actuales, pero también de llegar a personas de distintos ámbitos, organizaciones, culturas y estratos sociales e implicarlas en un objetivo común.
Para promover y formar en este liderazgo positivo es requisito ineludible una formación que abarque las distintas formas de inteligencia humana, más allá del conocimiento teórico o técnico-tecnológico. Estos líderes positivos necesitan desarrollar la inteligencia social para conectar con los sentimientos, conocimientos y formas de pensar de los otros y conseguir su compromiso. Necesitan la inteligencia emocional para comprender, expresar y gestionar sus propias emociones; y por último, la inteligencia práctica para adaptarse a las nuevas situaciones de una forma efectiva y utilizando la tecnología de la manera apropiada.
Durante las últimas semanas se han escrito ríos de tinta sobre las habilidades de la inteligencia artificial en torno a un programa, ChatGPT que permite, entre otras cosas, mantener conversaciones que se acercan mucho a las que podríamos tener con alguien real, así como generar respuestas completas e informadas sobre una gran variedad de temas, que nos pueden llevar a ver en ella la respuesta a numerosas incertidumbres y problemas.
Sin embargo, por muy avanzada que sea la inteligencia artificial, requerirá del resto de inteligencias humanas para alcanzar la excelencia. No podemos olvidar que la IA no crea contenido ni ideas, sino que aprende de aquello que el ser humano vuelca en ella. Y es que la innovación reside en la tecnología, pero tiene su origen en la inteligencia y la experiencia humanas.
Formar en inteligencias diversas es educar en liderazgo positivo
Formar jóvenes para ese liderazgo positivo que necesita nuestro mundo requiere trabajar y promover estas inteligencias diversas en el ámbito educativo, para que abarquen tanto la inteligencia cognitiva mediante un aprendizaje activo, como el desarrollo de una inteligencia social gracias el trabajo diario en equipo y la inmersión en grupos multiculturales diversos, una inteligencia práctica a través de proyectos de la vida real, y el impulso de la inteligencia emocional mediante programas de desarrollo personal y coaching que ayude a los jóvenes a identificar tanto sus puntos fuertes como aquellos otros en los que necesitan mejorar.
La formación superior que prepara líderes capaces de promover el compromiso, potenciar el talento de sus colaboradores y unificar esfuerzos en aras de un objetivo común no puede quedarse anclada en clases magistrales en torno a un aula y unos pocos materiales de lectura.
Los jóvenes necesitan descubrir el mundo más allá de las fronteras naturales impuestas por su lugar de nacimiento, con experiencias que les permitan crecer en relación con otros y convertirse en mejores versiones de sí mismos. Una formación que combine tradición y excelencia académica con innovación a través de nuevas experiencias en distintos lugares del mundo, proyectos del mundo real y una atención personalizada, son la piedra angular que impulsará su liderazgo positivo.