Querido Enrique:
Ayer me comunicaron que has decidido dejar de ser el presidente de Adecco, después de treinta años al frente de la compañía.
A la memoria me ha venido la primera vez que te conocí, cuando tú eras el director de zona norte de Madrid de Ecco y yo director regional en Adia. La reunión que tuvimos en la entonces sede de la calle Hermosilla en la que teníamos que fusionar ambas empresas para crear lo que hoy es Adecco.
¡Cuántos años han pasado! ¡Cuántas vivencias hemos compartido!
Ya por entonces (suena a viejo, pero es que yo ya lo soy), se te notaban tus dotes de mando, tu control de un sector aún por desarrollar como era el del trabajo temporal, tus conocimientos, tu capacidad de liderazgo y tu visión comercial.
Decidí abandonar el proyecto Adecco, pero no el sector de los recursos humanos, y eso ha hecho que hoy, ¡después de 27 años del lejano 1996!, sigamos teniendo relación y contacto, tú como cliente, yo como proveedor, pero siempre, amigos.
No me da tristeza porque tu decisión es personal y vas a seguir trabajando en el sector, ahora desde tu nueva responsabilidad en la Fundación Adecco.
Desde siempre, has sido un gran líder, sensible a todo lo relacionado con las personas, la búsqueda del mejor talento, con la diversidad, la sostenibilidad y has podido plasmar tus ideas en el gran proyecto que, no lo dudes, tiene una parte importante de ti, de tu sello personal y que se llama Adecco.
No te niego que me va a resultar extraño no fardar de que mi amigo es el presidente del grupo Adecco, ya que han sido muchos años haciéndolo, pero mis penas se disipan cuando pienso que no te marchas. Tan solo, cambias de despacho, para pasar a presidir algo tan importante y tan necesario como es la Fundación.
Además, puestos a ver siempre las ventajas de las decisiones que se toman libremente, ahora tendrás menos viajes por esos mundos de Dios a los que has dedicado tantos años y podrás pasar más tiempo, no sólo con tu familia y seres queridos, sino, también, con los amigos a los que, demasiadas veces, nos has dicho que no podías venir cuando te invitábamos a cualquier evento, comida o sarao porque estabas más allá del Atlántico.
Dejas Adecco en muy buenas manos, con lo que su futuro está asegurado y tienen suerte en la Fundación con tu llegada ya que, aún más, podrás seguir apostando por la igualdad, la diversidad y la sostenibilidad, temas de los que tanto sabes.
Y, sobre todo, ya no tendrás excusa para mejorar al pádel, al tenis y, sobre todo, quedar con los amigos a comer y tomar algo sin las prisas que tu presidencia te obligaba a tener siempre.
Así que, ¡Enhorabuena por tu decisión, suerte en el nuevo proyecto! y ya estamos poniendo fecha para compartir mesa y mantel y, sobre todo, no tener que mirar el reloj.
Fuerte abrazo.