Me levanté como un día más de los 20 años que llevaba trabajando en la Empresa. No era un día especial, ni hacía más frío o había más tráfico de lo habitual. Nada hacía sospechar que ese podría ser el día en que me volvería invisible Pero no os quedéis con la intriga, que os lo cuento a continuación.
Llegué a la oficina a la hora establecida de inicio de jornada, encendí el ordenador y me tomé un café con mis compañeros, como venía siendo costumbre en la última década (ahora que lo pienso, como se añoran esos momentos de evasión, de chascarrillos, de risas y cotilleos sin malicia), Pero volviendo al tema, el destino quiso jugarme una mala pasada y de regreso a mi puesto de trabajo me encontré con una temida carta de despido. ¿Los motivos?. Tristemente nada achacable al trabajador, al que se le reconoce su gran dedicación a la empresa durante los últimos 20 años, siendo ejemplo de dedicación y entrega, pero los tiempos están cambiando y la incertidumbre, unidos a otros factores, hace que por causas organizativas y económicas se necesite realizar una restructuración y que tu hayas sido una de las afortunadas. A veces pienso que ya podía haber tenido esa suerte en una primitiva, pero no, ya os he avanzado que mi destino era volverme invisible.
Por cierto, me he dado cuenta que hasta ahora no os he hecho una descripción de mí misma. Pues os diré que soy una mujer entrada en los 50, la verdad es que de bastante buen ver, altamente cualificada, siempre trabajando en puestos de soporte al negocio pero con puesto de responsabilidad e impacto, avanzada digitalmente, felizmente casada y madre de una adolescente. Esto sólo es para poneros en contexto y por si sentíais curiosidad sobre cómo sería yo.
Por si nunca lo habéis sufrido, cuando llega el despido, la sensación es rarísima. Lo primero es que las empresas no te informan sobre qué tienes que hacer una vez que te despiden y si lo hacen, te suena a chino, así que no estaría nada mal hacer unas instrucciones tipo guíaburros que nos dejaran bien clarito acciones y plazos a realizar. Lo segundo es que has estado madrugando toda tu vida y de repente no tienes esa necesidad. Por otra parte, te da vértigo pensar en qué vas a hacer ahora, ¿buscar trabajo?, pero ¿cómo lo hago?, si hace más de 20 años que no me he movido y ni siquiera tengo un currículum actualizado. Al principio piensas, bueno, no puede ser tan difícil, ya que diariamente he sido una mujer buscada, perseguida y muy solicitada por mis proveedores, empresas, etc pero ¡ay amigos!, que inocentes somos y que rápido olvida la gente cuando ya no ven que puedes darles negocio.
Cuando te pones de nuevo en el mercado laboral, te empiezas a mover, que si actualizas el Linkedin, que si creas tu red de contactos, que si reviso ofertas en Linkedin, Indeed u otros portales/plataformas de empleo, que si contactas con headhunters, te unes a asociaciones, foros, etc, pero la realidad es que somos tantos los que estamos en esta situación que es realmente complicado conseguir la ansiada entrevista. Además, en este momento te empiezas a dar cuenta de que hay mucha gente super válida y por tanto es vital tener algo diferenciador sobre el resto. Si no lo tienes, más invisibilidad.
Con frecuencia leo que en España no se cubren posiciones por falta de talento, pero os puedo asegurar que en muchos procesos de selección se queda talento fuera del proceso y os explico el porqué: “no somos expertos en pasar los filtros de una máquina”, así que si quieres vencer la invisibilidad también tienes que aprender cómo hacerlo y no es nada fácil.
Por otra parte, me gustaría ser un poco crítica, ser políticamente incorrecta y denunciar la falsedad de algunas empresas que se venden como empresas responsables socialmente, pero tiene vetada la entrada al talento si supera la barrera de los 50 años. Es lo que conocemos como el edadismo y sí, tristemente existe.
Una de las cosas que más me han gustado y que más consuelo me ha proporcionado, es tomar un café virtual con profesionales en mí misma situación, que además compartamos misma área, puesto, etc y contarnos nuestra experiencia, como nos estamos moviendo, qué estamos haciendo y comprobar que la sensación de invisibilidad es algo generalizada.
Pero este relato, aunque va del día que me volví invisible no puede terminar así, ya que, por mi carácter, mi forma de ser y quizás porque soy Coach, me negué a rendirme y a dejar que la invisibilidad me ganase, apoderándose de mis pensamientos y arrastrando mis ánimos por los suelos.
Lo importante y para mí lo esencial, es saber lo que realmente somos y valemos cada uno de nosotros, así que yo me niego a ser invisible y si el mercado laboral no me ve, buscaré mi visibilidad ideando nuevas formas para ello. Por casualidad descubrí que en el mundo Freelance y en el Interim Managemet hay una nueva forma de trabajar para el Talento senior a partir de los 50 años. Ahora como sociedad, sólo nos hace falta que estos modelos de trabajo alcancen las cuotas que existen en Europa.
Pero no quiero acabar mi artículo sin daros unos consejos:
1. Da gracias, disfruta y valora día a día lo que tienes
2. Trabaja tu red de contactos, pero una red de verdad y no sólo de postureo
3. Nadie puede hacerte invisible si tú no te dejas